El Espárrago 2002 termina con acento español y masiva asistencia de público
La decimocuarta edición del Festival Espárrago llegó a su fin en la madrugada del sábado al domingo con acento español. Atrás quedaban tres días de música en directo, en los que medio centenar de artistas desplegó su talento para más de 15.000 espectadores diarios. La última jornada alcanzó los 18.000, según la organización, y arroja el balance económico más positivo de los últimos años.
La estrella de la noche fue sin duda Extremoduro, que puso a prueba la fidelidad de su público, que no se vio defraudado. Desde los primeros compases de Sol de invierno, la banda de Robe Iniesta gozó del fervor de miles de incondicionales que no pararon de jalear su rock callejero y protestón. Nueve discos les dan opciones para barajar no pocos éxitos en su repertorio: Buscando una luna, Decidí, Quemando tus recuerdos, Salir o la aclamada Jesucristo García fueron muestras suficientes del poderío del grupo.
Ninguna otra banda del cartel tuvo un poder de convocatoria como el de los extremeños. Inauguraron puntualmente la jornada los escandinavos Backyard Babies, una banda que representa la vertiente más libertina y agresiva del glam.
El dúo Amaral, aupado esta temporada a las listas de éxitos, fue el siguiente en saltar al escenario principal para despertar las primeras muestras de entusiasmo. Les sucedió Sôber, un grupo de rock duro que ha logrado darse a conocer al gran público con su tercer disco, Paradysso. Hasta aquí, el previo de la apoteosis de Extremoduro; el después corrió a cargo de los madrileños Hamlet, que dejó cierta monotonía pese a la entrega de estos fraguadores de decibelios.
Oferta variada
El escenario paralelo brindó una oferta más variada: Eugene y Sunday Drivers, dos jóvenes formaciones españolas, prendieron los primeros calores, seguidos del cantaor jerezano Ezequiel Benítez. Luego desembarcaría en escena Enrique Morente, un flamenco capaz de aunar el saber ancestral de lo jondo y la inquietud innovadora. Hace ya más de seis años que se embarcó con la banda granadina de punk Lagartija Nick en el proyecto Omega, y desde entonces el espectáculo no ha dejado de crecer.
Tras los gallegos Deluxe, que tuvieron la mala fortuna de actuar a la vez que Extremoduro, la gran sorpresa de la noche vino de la mano de Big Soul. '¿Tenéis ganas de marcha? ¡Os vamos a dar marcha!', voceó el cantante y guitarrista Kelleth Chinn, que cumplió con su promesa: sus ritmos contagiosos y éxitos como el popular Hippy hippy shake pusieron a bailar a la masa. Tras la tempestad de Big Soul, el pop intimista de los catalanes Sidonie amansó el ambiente y dejó el programa listo para la fiesta final de los pinchadiscos y la música electrónica.
Por los alrededores, tenderetes de discos, tatuajes y ropa, hamburgueserías, espectáculos de malabarismo y hasta una singular carrera de gritos dieron al Espárrago Rock una atmósfera de feria popular.
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