La dama de hierro
Dolores Aguirre se ha convertido en la dama de hierro. Sus toros se han erigido en lo más espectacular que se ha visto hasta el momento en la plaza de toros de Pamplona. Sus toros han otorgado seriedad a la Feria del Toro. La corrida enviada por la dama de hierro tuvo en vilo a los espectadores, porque a sus toros los pegaron muy fuerte en varas, sobre todo al segundo y al sexto. Es verdad que después del primer puyazo muchos de ellos salían huidos, y más todavía después de recibir el segundo puyazo. Sin embargo, la muerte de todos ellos fue todo un espectáculo. Se resistían a morir. No importaba que tuvieran medio espadazo entre las agujas, porque seguían embistiendo a todo aquello que se moviera y lo hacían casi con el galope que dibujaron de salida. Sus astas, por lo general, cazaban mosquitos al vuelo.
Aguirre / Padilla, Ferrera, Fandi
Toros de Dolores Aguirre, con pitones, con fuerza, con peligro; dos de ellos con mucha calidad, dieron un gran espectáculo. Juan José Padilla: pinchazo, pinchazo hondo -aviso- y descabello (aplausos); pinchazo, estocada caída -aviso- y descabello (vuelta al ruedo). Antonio Ferrera: media estocada, cuatro descabellos, pinchazo y estocada (silencio); media estocada, descabello -aviso-, siete descabellos -segundo aviso- y cinco descabellos (silencio). David Fandila, El Fandi: media estocada (aplausos); estocada baja (silencio). Plaza de toros de Pamplona, 12 de julio. Séptima de feria. Lleno.
Viendo como transcurría la corrida enviada por Dolores Aguirre, y en comparación con lo que hemos visto hasta ahora, cabía trazar un axioma irrefutable: no existe peor prisión para la fiesta de los toros que la libérrima facultad que se toman los públicos fáciles de regalar orejas sin ton ni son. Creemos que en este sentido Dolores Aguirre les ha hecho hincar las rodillas a los ganaderos que le han precedido hasta el día de ayer.
Por encima de los tres matadores Antonio Ferrera tuvo la facultad de izarse como una llama ardiendo. Su labor en los dos toros que le tocaron tiene una nota muy alta. Las dos faenas estuvieron llenas de intensidad, de largura, de aguante y de dominio. Se le vio en todo momento muy centrado como torero, con mucho oficio, con una técnica extraordinaria no exenta de arte, y con lo fundamental: con un valor a prueba de neutrones. Se notaba desde los tendidos que su corazón estaba dominado por su inteligencia, aunque la sangre le hiciese trotar como un caballo desbocado. Ayer Antonio Ferrera dijo imaginariamente en Pamplona que vengan a competir con él cuantas primeras figuras del escalafón quieran.
De Juan José Padilla se puede decir que pone todo el interés del mundo en lo que hace. Sin embargo, hay un azar rústico que no le ayuda demasiado en sus faenas. Las dos faenas de ayer estuvieron fabricadas con demasiados enganchones, excesivos pases que no fijaban bien a los toros, y en ocasiones parecía como si estuviéramos frente a la imagen siguiente: el tejado verde, el árbol negro, el gato rubio y el trigo gris. Este caos de metáforas dan la clave de cómo estuvo Padilla ayer. En su segundo recibió dos volteretas impresionantes, una detrás de otra, que parecía que iban a llevarle a que le dieran la extremaución. Por fortuna no pasó de dos palizas descomunales.
El Fandi estuvo ayuno de suerte con su lote. Lo intentó todo, con el capote, con las banderillas y con la muleta. Sin embargo, no redondeó sus faenas dentro de lo que entendemos como cánones del toreo. Estuvo voluntarioso y bullidor. Mas no atisbamos que diera lo mejor de sí, tal vez porque sus toros llevaban mucho picante dentro.
Los tres matadores dieron banderillas y se las intercambiaron. Destacaron dos pares de Ferrera, uno de ellos de afuera a dentro, apretadísimo, y el otro citando de rodillas y quebrando. También otro al quiebro suyo tuvo enjundia.
Concluimos en que es ocioso asignarse la atribución de tener alma de misionero para explicar al gran público que mucho mejor que acabar siendo manirrotos, concediendo orejas a tutiplén, tanto mejor sería volver a pensar la corrida que vieron ayer. Ése fue un espectáculo de los de siempre en la historia del toreo.
Aventuramos a anticipar que la corrida que vieron ayer los buenos aficionados les habrá dado motivo para discutir y analizar cada uno de los toros que salió por los chiqueros.
El ponerle el título a Dolores Aguirre como la dama de hierro, eso no quita para que con toda probabilidad pueda colegirse que lleva en su interior un tigre de ternura. Quién lo diría, ¿verdad?
Babelia
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