Hallado en Llíria el cadáver de un ladrón asesinado hace 10 años

La entrada a un almacén que fue secadero de arena de caolín escondía desde hacía 10 años, en el kilómetro 26 de la carretera que une Llíria con Casinos, el cadáver de un atracador al que sus compinches mataron tras un robo en Alicante. Uno de los miembros de la banda, preso en Pamplona, confesó el crimen ante un juez antes de afrontar los cargos de una nueva causa. Otros miembros del grupo, al parecer de entre cuatro y seis personas, están en libertad. Agentes de la Guardia Civil, dirigidos por la policía judicial de Madrid, iniciaron el jueves las excavaciones, y ayer, a las 12.30 y después de que el reo fuera trasladado al lugar, hallaron los restos a pocos metros de donde había comenzado la búsqueda.

Antes de que el juez de guardia procediera al levantamiento del cadáver, los agentes intentaron tapar el agujero y dejaron listo para la inspección un hoyo de casi cuatro metros de diámetro por tres y medio de fondo.

El titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número cuatro de Llíria llegó pasadas las 14.00. Después de otear el fondo del agujero, donde los agentes dejaron dispuestos algunos huesos, la pala de la excavadora descendió a dos agentes, con guantes y bolsas, que minutos después sacaron los restos. El juez, el preso -al que acompañaba su abogada- y agentes de la Guardia Civil visionaron dentro de la nave el contenido de las bolsas para después iniciar una búsqueda entre el montón de arena extraída. Y fue ahí donde rescataron nuevos restos que anteriormente no habían visto.

Las tareas de excavación se reanudaron pasadas las 17.00. Fuentes del caso aseguraron que los restos encontrados -un fémur, huesos de manos, un hombro y partes de un cráneo- eran suficientes para que con pruebas posteriores se identifique el cadáver, pero que no había sido hallada ni el arma homicida, una pistola, ni parte del botín que la banda consiguió en un robo en Alicante, y que debía estar junto al cadáver, según la confesión del preso. El crimen se produjo a pocos metros del lugar donde fue enterrado el cuerpo. Las naves lindaban entonces con la carretera, y ahora los restos estaban bajo un coche abandonado que fue desplazado con palas de los operarios del almacén.