Una clausura en todo positiva

Con dos espléndidos conciertos de la Royal Philharmonic de Londres, dirigida por su titular desde 1996, Danielle Gatti, ha clausurado Granada la 51ª edición de su Festival Internacional. Escenario, el Patio de Carlos V, proyectado en 1526 por el toledano Pedro Machuca. Esta joya renacentista viene albergando música concertada desde mayo de 1883, así es que el festival tiene bien clavadas sus raíces en un tiempo que Alfaya denomina 'umbral de un siglo' para comentar obras emblemáticas de Wagner, Brahms, Strauss, Mahler y Stravinski.

Ha habido no escasas llamaradas en las interpretaciones del director milanés Danielle Gatti, quien a sus 30 años y pico parece asegurar la continuidad de la escuela italiana de dirección. Hizo Gatti un Wagner magnífico con un Viaje de Sigfredo por el Rin pleno de efusividad sinfónica e interna dramaturgia, y se enfrentó después de la marcha fúnebre al héroe con la muerte oscura y miserable del poema de Strauss transfigurada en pura belleza.

Un toque de ballet moderno

Tradición rusa, gesto y color deciden las fantasías de El pájaro de fuego, puerta primera y piedra de toque del ballet moderno, según la concepción de Diaghilev. Y, en fin, el cosmogónico Mahler en su compleja Quinta sinfonía, un intento voluntarioso y admirable de ordenar el caos latente del tiempo que avanza y que tendría su más perfecta innovadora consecución en la Sinfonía número 7, la menos programada entre las de Mahler sin que se entienda por qué.

Gatti analiza con claridad y busca en los pentagramas los últimos secretos de cada obra; posee una géstica convincente y trasciende la letra de los pentagramas para acceder al espíritu que la anima. Lo consiguió también en su colaboración del Concierto de violín de Brahms, protagonizado con tanta brillantez virtuosista como honda musicalidad por el lituano-austriaco Julian Rachlin. Total: una clausura en todo positiva y un éxito muy señalado que alcanza al granadino Enrique Gámez, nuevo director del festival.