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Reportaje:FÚTBOL

La bronca del fin de ciclo

La lesión de Raúl abrió un último enfrentamiento entre Camacho y Fernando Hierro que terminó con la salida de ambos de la selección

'Estás jugando con la salud de Raúl. De ella depende su futuro. Es de ella de lo que vive'. Los gritos salían de la boca de Fernando Hierro, que endureció el gesto y señaló con el dedo hacia un rincón del vestuario para que no hubiera duda de hacia quién iba la reprimenda: José Antonio Camacho. Acababa de concluir el encuentro de octavos de final del Mundial ante Irlanda, Raúl se había retirado con un estiramiento en los abductores del muslo derecho y las paradas de Casillas en la tanda de penaltis habían llenado ya de euforia cada punto de la geografía española. Pero en el vestuario de la selección no había abrazos. Lo que había era perplejidad y tensión, mucha tensión. Camacho guardaba silencio.

'Si le fuerzas de nuevo, el equipo no salta al campo ante Corea'
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Un subordinado, el capitán del equipo, le estaba llamando la atención en alto y ante un considerable número de atónitos espectadores. Pero Camacho callaba. Y Fernando Hierro seguía y seguía, culpaba al entrenador de haber forzado a Raúl, su compañero de galones en el Madrid y en la selección, a jugar y jugar sin descanso alguno en el torneo -ante Suráfrica, el día que Camacho dio paso a los suplentes, sólo mantuvo en el once titular a Raúl y Casillas-. 'Y sabías que arrastraba molestias físicas', insistía el capitán sin encontrar más respuesta del entrenador que su silencio y su sorprendida mirada. Fernando Hierro, tal vez sintiéndose amo de la situación, se la jugó con un último envite. Delante de sus compañeros, delante de los integrantes del cuerpo técnico, se mostró tajante: si se fuerza de nuevo a Raúl, el equipo no salta al campo en el siguiente partido, ante Corea. Ni el zumbido de una mosca se escuchó en los minutos posteriores en el camerino español.

Al día siguiente, tras la primera exploración seria, los médicos de la selección se mostraron optimistas respecto al estado de Raúl, convencidos de que sí estaría listo para medirse a Corea del Sur en los cuartos de final. La lesión se había producido un domingo y Corea aparecía al sábado siguiente. Tiempo de sobra, pensaban los doctores, sobre todo si el paciente era Raúl, un futbolista al que le cuesta perderse las grandes citas. Pero para Camacho la decisión no iba a ser fácil.

Por un lado estaba Raúl, su importancia como jugador ganador, como líder de la selección, enfrentado a su estado de salud, a la conveniencia de arriesgar con empeorar su lesión. Por otro, el principio de autoridad del seleccionador, atacado frontalmente por el capitán de su equipo. Y no era la primera vez. Antes de comenzar el Mundial, cuando Camacho cargó contra la prensa, Hierro trató de hacerle ver la conveniencia de que reinase la tranquilidad, porque redundaría en beneficio de la selección. La conversación entonces también subió de tono: Camacho dijo que el seleccionador era él, y Fernando Hierro le respondió que vale, pero que él era el capitán '...aunque no por mucho tiempo'.

El día en el que España tiraba confetis por las paradas de Casillas, la fecha de teórica mayor felicidad para la selección, la victoria en octavos frente a Irlanda, se cocinaba, sin embargo, el punto y final de un ciclo. Hierro desafió a su entrenador en presencia de muchos testigos.

No se conoce que sucedió en las horas siguientes a la bronca, pero sí el final de la historia:

1. Tan sólo dos días después, Fernando Hierro anunció por sorpresa que se retiraba para siempre de la selección.

2. Raúl, pese a que recibió el visto bueno de los médicos y pese a sus propias ganas por jugar, contempló la eliminación de España ante Corea del Sur desde el banquillo.

3. Una semana después de volver de Corea, Camacho comunicó que dejaba la selección.

Fernando Hierro y Camacho se abrazan el día que el defensa anunció su retirada de la selección.
Fernando Hierro y Camacho se abrazan el día que el defensa anunció su retirada de la selección.EFE

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