Punto muerto en el barrio de Can Tunis
El proceso de desalojo de los habitantes de la zona más marginal de Barcelona, parado desde hace más de dos meses
En 2003 deben empezar las obras de ampliación del puerto de Barcelona, que absorberán el terreno que ocupa el barrio de Can Tunis, situado en una estrecha franja entre el puerto y la montaña de Montjuïc, para construir un aparcamiento de camiones. Pero la situación no es fácil. Las negociaciones para el desalojo de las familias que viven allí, que empezaron en la primavera de 2001, cuando muchas de ellas se acogieron a las ofertas del consistorio -de 30.000 a 80.000 euros, entr 5 y 13 millones de pesetas-, están paralizadas desde hace más de dos meses. El consistorio reconoce que de las 133 familias censadas, casi todas gitanas, 80 aún permanecen en el barrio, aunque 25 se hallan en proceso de traslado. O en punto muerto: muchos vecinos quieren más dinero u otra vivienda. De las 48 casas que integran el barrio, sólo cuatro han sido derribadas y seis tapiadas.
Apenas a 5 minutos del World Trade Center se vive una situación de degradación insostenible
Mientras las negociaciones no acaban de arrancar, el barrio ofrece, más que nunca, un aspecto espeluznante, con toneladas de basura por las esquinas, centenares de yonquis en busca de su dosis de heroína y decenas ratas muertas, grandes como gatos, como únicos testigos de lo que allí se vive. Y a nadie parece importarle, pero es de todos sabido que los habitantes de Can Tunis, la zona más marginal de la Barcelona posolímpica y prefòrum, a cinco minutos del moderno World Trade Center, viven una situación de degradación social insostenible. El barrio es, desde hace ya una década, el penúltimo reducto del mercado libre de droga, algo conocido y consentido por las administraciones. Unos se dedican a la venta de droga, pero muchos otros no. 'Todo está paralizado desde abril, y es debido a una mala gestión y al empeño de dispersar a los vecinos por el área metropolitana. Una idea perversa en sí misma, pues el Ayuntamiento quiere trasladar su problema a otros municipios', señaló Josep Miró i Ardèvol, portavoz municipal de CiU hasta hace pocos días. 'La resistencia de los alcaldes del entorno a acoger a los habitantes de Can Tunis es pública y notoria, entre otras cosas porque no se les consultó en ningún momento', continuó Miró, quien acusa al Ayuntamiento barcelonés de no querer 'asumir la responsabilidad social de estas personas, a pesar de que el puerto ya les ha proporcionado más de seis millones de euros para que se realice toda la gestión'.
El problema de estos barceloneses es que en su propia ciudad tampoco los quieren. Núria Carrera, concejal de Bienestar Social, ya advirtió en mayo de que no firmarían ningún acuerdo para que todos se 'quedaran' en Barcelona. No osbtante, en medios municipales se afirma ahora que cuando esta compleja negociación acabe, el 50% de las familias de Can Tunis serán realojadas en alguna zona de la ciudad. Basilio González, profesor del barrio, considera 'la situación kafkiana, porque los propios gestores del Ayuntamiento consideran a la población de Can Tunis formada por delincuentes irrecuperables, y con esa percepción, claro, no se puede trabajar conjuntamente. Tanto que se habla de Barcelona como una ciudad abierta y educadora, y trata así a algunos de sus habitantes', señala.
Fuentes del Ayuntamiento insisten en que el proceso, que han decidido gestionar 'sin luz ni taquígrafos', se está llevando a cabo según los plazos previstos y hay apoyo social. Pero no descartan que, si las dificultades arrecian, se deba llegar a la expropiación por la fuerza.
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