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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Buena acogida en Almagro de 'La vida es sueño' en japonés

Había razones sobradas para suponer que La vida es sueño que la compañía japonesa Kasec Act ha presentado en Almagro podía ser uno de los grandes aciertos del festival. En primer lugar, porque Calderón alcanza en este caso un imponente vuelo filosófico. En segundo lugar, porque es difícil resistirse a la relectura que desde una cultura tan distinta como la japonesa puede hacerse de nuestros clásicos.

Para Japón, y esto es algo que resulta obvio en este montaje, el Occidente cristiano, sea medieval barroco, nórdico o mediterráneo, se asocia siempre a ese universo negro de crucifijos y cristos agonizantes, de monjes y negruras, de muerte y superstición. De hecho, ésta es la primera imagen que el director Kei Jinguji construye para explicar la sorprendente historia que Calderón explica. Ahí están las traviesas de tren como toda escenografía, que, como los maderos de la cruz, simbolizan no tanto la fugacidad de la vida como lo inevitable de la muerte. Es esta imagen negra la que se prolonga a lo largo de todo el montaje y que contiene aciertos escénicos importantes como el de los actores, que, siempre ocultos por sus capuchas de monje, permanecen constantemente en escena. Les basta descubrirse el rostro para ser Segismundo, Rosaura, Clarín, Clotaldo o Basilio.

A partir de ahí, sin embargo, todo es japonés. Desde la concepción del ritmo escénico, impuesto por el vértigo de la declamación del texto que los actores cantan como si interpretaran una pieza de bunraku, a la gestualidad, sobre todo de las manos, y la expresividad del rostro, que los convierte en demoniacos guardianes del templo, pero también en vivos retratos del alma expresionista.

Es sorprendente ver cómo, a pesar de la barrera infranqueable del idioma, La vida es sueño llega a través de esta puesta en escena eminentemente visual y gestual a un público que aplaudió con entusiasmo pese a no entender otra cosa que lo que les mostraban sus ojos. La compañía Kasec Act tiene fama de crear pintura en movimiento, pero esto no basta para explicar la entrega del público. Por el contrario, la fascinación por el teatro español de esta compañía se demuestra resiguiendo en su trayectoria montajes de autores como Valle-Inclán, Lorca o Cervantes.

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