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Reportaje:

ERC se lanza sobre el espacio de CiU

Los republicanos celebran hoy una conferencia nacional para comenzar a preparar su programa de gobierno

Enric Company

No hay peor cuña que la de la misma madera, dice el refrán, y algo de eso está experimentando Convergència i Unió (CiU). La federación dirigida por Jordi Pujol registra un descenso en la intención de voto en los sondeos y todos ellos coinciden en señalar que el mayor pellizco se lo lleva su rival en el propio campo nacionalista: Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).

Los republicanos no han cesado de denunciar desde 1996 que la apuesta de Jordi Pujol por el PP a la hora de escoger socio parlamentario es una traición a los ideales nacionalistas que CiU comparte con ellos. Tras tantos años, esta crítica está calando en el electorado de CiU, además de minar la moral de sus bases.

Esta desafección es correlativa a un aumento en la intención de voto para ERC. Los tres o cuatro puntos porcentuales que perdería CiU equivalen a los tres o cuatro que subiría ERC en los sondeos. Junto a este dato, aparece también que, a la hora de valorar a los líderes, el de ERC, Josep Lluís Carod, recibe en los sondeos mejor puntuación que el convergente Artur Mas, el elegido por Pujol como secretario general de CiU y aspirante a la presidencia de la Generalitat.

Pero ERC no se ha limitado en los últimos años a denunciar una traición de CiU, su voluntaria entrega al PP, el partido durante años identificado como expresión más genuina del nacionalismo conservador españolista. Ha hecho también otra cosa. Ha desarrollado una tenaz campaña para mostrarse en los cenáculos y los medios sociales más permeables al nacionalismo catalán como la opción verdaderamente consecuente con sus principios. Es decir, como una opción que defiende mejor que CiU la idea de Cataluña que CiU lleva 20 años monopolizando. El fruto de esta labor es que los publicistas del nacionalismo catalán en los medios de comunicación afines o controlados por CiU llevan por lo menos tres años sintonizando mucho más con la actitud de ERC que con la de CiU.

Esto ha sido posible porque al pactar con el PP Pujol envió al universo del nacionalismo catalán un mensaje radicalmente contradictorio con su discurso político más de fondo: el que desde 1977 no cesa de asegurar que para subsistir como nación política Cataluña necesita disponer de un gran partido que no esté sujeto a condicionante alguno desde fuera de la propia Cataluña. Éste ha sido durante dos décadas su gran argumento contra el PSC y, contradictoriamente, sigue siéndolo ahora a pesar de que es notorio que a estas alturas Pujol está más condicionado por Aznar que Pasqual Maragall por Rodríguez Zapatero.

La ERC que se presenta como partido nacionalista auténtico ha ganado mucha credibilidad respecto a su anterior etapa política, la de Àngel Colom. No porque sea más o menos nacionalista que entonces, sino porque ya no es un simple satélite de Pujol. La opción de CiU por el PP ha provocado un distanciamiento respecto a ERC que beneficia en gran manera a los republicanos. A ello se añade que Carod ha llevado a cabo un verdadero esfuerzo para limar aristas de radicalismo y proporcionar seriedad a una organización que se regía, y sigue rigiéndose, por el asambleísmo. Ahora la apelación al independentismo ya no es el único argumento de ERC. Y la dirección lleva años desarrollando una paciente labor de captación de cuadros profesionales, de acercamiento al mundo de los profesores de universidad y a los sindicatos en búsqueda de solvencia para las posiciones que defiende. Por decirlo con nombres, ERC es ahora más el partido de Carod, Joan Ridao y Carles Bonet que el de Colom, Josep Huguet y Jordi Portabella.

Todo esto la hace más peligrosa para CiU. Tanto es así que en las sesiones de control parlamentario Pujol ha dejado de tratar a Carod con la condescendencia paternal que solía reservar a la ERC de Heribert Barrera, Joan Hortalà y Àngel Colom. Ahora le ataca como rival e intenta mantenerle en el perfil de dirigente de un partido radical, sin cultura de gobierno, ajeno al realismo político.

Es lo contrario de lo que pretende la dirección de ERC, que redobla sus esfuerzos para presentarse ante la sociedad catalana como una opción de gobierno seria, real. A esta finalidad dedica hoy una conferencia nacional, que reúne a unos 400 miembros del partido en el Teatre Auditori de Granollers. El responsable de programas del partido republicano, el diputado y senador Carles Bonet, sostiene que 'la máxima prioridad de ERC es disponer de un buen programa de gobierno' y eso resume bien la forma en que este partido se prepara para el futuro sin Pujol.

La organización de esta conferencia ilustra los esfuerzos que ERC hace para ganar credibilidad ante los líderes de opinión. Para los cuatro debates en que consiste la conferencia ha querido contar con 11 ponentes, de los que sólo uno está afiliado a ERC, y es precisamente el ex diputado que fue portavoz de CiU en el Parlament, Raimon Escudé. Los demás son casi todos universitarios con simpatías o filiaciones políticas diversas en el ámbito catalanista. Entre ellos, por ejemplo, los economistas Muriel Casals y Jacint Ros Hombravella; el catedrático de Ciencia Política Joan Subirats; la profesora de Cambridge Montserrat Guibernau, y el ex rector de la Universidad Autónoma de Barcelona Carles Solà.

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