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Columna
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Valdelagrana

Han transcurrido dos semanas, bien despachadas, desde la huelga general. Aún quedan, y quedarán durante algún tiempo, palabras, frases y actuaciones del mando que bajo la apariencia de proteger el derecho al trabajo lo que estaban eran limitando el ejercicio de derechos fundamentales. Pues, mal que bien, ahora, después de estas dos semanas en las que los trabajadores sólo se han limitado a ejercer sus derechos, se empieza a conocer que algunas empresas, bajo la apariencia de faltas laborales, han empezado a despedir a aquellos que se sumaron a la huelga general. También que no se han renovado algunos contratos temporales de estos trabajadores. Es la silicona del día después.

No sé, pero me pregunto que si en estos casos, dada la abundancia de despidos, no sería bueno que para descongestionar los juzgados la junta de jueces y el CGPJ decidieran trasladar las sedes judiciales a las sedes sindicales. Podría ser lógico. Si hace unos días y a pesar de que tras las huelgas generales de 1988 y 1994 se conocía que los trabajadores no se desmandaron y algún pajarito -o dos- metieron el miedo en el cuerpo y en la Carrera para que se cambiaran al cuartel, podría hacerse lo mismo. Claro que, como dice una amiga, de seguir por este camino, mañana podrían llevarlos a Valdelagrana. Se pasaría menos calor.

En cualquier caso, y como seguiremos pasando calor, es que las frases que se escucharon en esos días, además del susto, querían dar a entender su preocupación por el derecho a trabajar un día, el de la huelga. Ahora, deberían estar más preocupados. Si por un día se lió la que se lió por romper contratos por huelga, su preocupación será mayor. Es una buena oportunidad para que vuelvan a hablar. Está en juego algo más que la pérdida de un día de trabajo.

Sin embargo, mucho temo que palabras y frases sólo sirvieron para lo que sirvieron, y a los que sirvieron. En un año en el que la siniestralidad laboral -accidentes con muerto- ha crecido un 17% en el primer cuatrimestre sin que el ministro Aparicio se inmute, y se ha matado, con la bendición de Aznar, la concertación social, no parece que estas pequeñas cosas tengan mucha importancia. Lo importante era el día, y la cumbre. Nada más.

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