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Entrevista:José Manuel de Prada Samper

'Los relatos bosquimanos son alta literatura'

El viento que sopla sobre la áspera piel del Kalahari y las otras agrestes tierras de los bosquimanos está lleno de arena, misterio y palabras. Un rumor de gentes desvanecidas, que bebían en odres hechos con el estómago de antílope, creían que la Lluvia era un ser vivo y sostenían que el avestruz macho era capaz de regenerarse si una de sus plumas caía en el agua. José Manuel de Prada Samper (Salamanca, 1963) ha oído en el viento la voz, con sus intrigantes chasquidos, de uno de esos grupos bosquimanos, los xam, y esa voz le ha emocionado como antes emocionó a D. H. Lawrence, a Canetti, quizá a Pavese. El resultado es un libro apasionante, La niña que creó las estrellas, en el que De Prada recoge, seleccionados, traducidos y prologados por él mismo, una sesentena de relatos orales de los xam. El volumen no es sólo una antología de mitos, leyendas y cuentos bosquimanos, sino que también traza la historia de un genocidio, el del pueblo xam, y de una hermosísima e inolvidable tarea: la recuperación de ese valioso acervo de la humanidad a cargo de un especialista alemán del siglo XIX, Wilhelm Bleek, y su familia.

PREGUNTA. Bellos y conmovedores relatos. Y qué imágenes. 'Los gatos que matamos por la mañana se transforman en leones al ponerse el sol'.

RESPUESTA. Los relatos te atrapan como una red encantada. Mucha gente me lo dice.

P. ¿Cuál es su favorito?

R. El león que no quería renunciar a su presa. A un joven le entra sueño estando de caza y un león le coge dormido y lo deja en una rama para ir a beber antes de devorarlo; él se hace el muerto y al final huye, pero el león, que ha lamido las lágrimas del joven, lo persigue obsesivamente y se deja matar con tal de apoderarse de su presa.

P. Ese relato tiene cosas dignas de Perrault, eso tan cruel de que le arrojen niños al león para que cese en su caza...

R. A mí me impresiona lo de que no pueda olvidar al joven después de beberle las lágrimas.

P. El principal personaje en muchos relatos es Mantis, creador y protector de los antílopes, embaucador y héroe trágico. Un insecto, es curioso...

R. La de insecto no es sino una de sus formas, y eso porque los bosquimanos posiblemente tenían a la mantis religiosa por un animal oracular, por su sorprendente capacidad de girar la cabeza y mirar con los ojos fijos a quien lo observa. Mantis es un personaje muy humano. Hay un cuento en el que se explica cómo resucitó a su hijo y cuya parte más dramática nunca puedo leer sin sentir un nudo en la garganta.

P. Usted no está muy de acuerdo en que lo que nos emocione de esas historias sea su fuerza primitiva.

R. Los relatos bosquimanos parecen ingenuos, encantadores, sencillos, pero a la vez pueden resultar muy sofisticados. Yo no creo en el concepto de literatura primitiva. Estos relatos muestran una visión particular de la humanidad dado que son la expresión de un pueblo de cazadores recolectores, pero en cuanto a calidad, son literatura con mayúsculas. Yo los valoro como una de las grandes obras de la literatura mundial, a la altura de la Divina Comedia o los poemas homéricos.

P. ¿Qué ha pretendido con su edición?

R. Extraer los relatos bosquimanos de la literatura científica, de la erudición antropológica y etnológica. Nuestra vida ha cambiado en el sentido de que nos hemos sedentarizado y construido sociedades y culturas diferentes, pero hay algo en la experiencia bosquimana que nos sigue tocando. No estamos tan lejos de aquel mundo. Las preocupaciones de su literatura nos son conocidas.

P. La extrañeza de esas imágenes fantásticas es, sin embargo, parte de su poder de fascinación en nosotros.

R. Es cierto, mucho de ese material nos resulta extraño, pero hay que ver más allá de lo exótico. Insisto en que lo chamánico y la imbricación con el mundo natural no están tan distantes de nosotros. Creo que son cosas que interesan cada vez más a la gente.

P. Se ha idealizado mucho la imagen de los bosquimanos, el pequeño pueblo del Kalahari.

R. He huido de eso, del arquetipo del noble bosquimano que se dedica a poetizar en medio de su vida dura. Y he mostrado el contexto histórico en que se produjo la recopilación de los relatos, un momento terrible, de fin de una cultura, de auténtico exterminio.

P. En el prólogo, ensayo sobre la aniquilación de los bosquimanos y la recopilación de sus relatos y tradiciones por Bleek, compara a los comandos bóers antibushman con los Eisantzgruppen, las escuadras genocidas nazis.

R. El de los bosquimanos fue un exterminio planificado; la acción de los comandos fue atroz y llegó a plantearse como batidas de caza. Se les consideraba una plaga y se les mataba como a animales. Cuando en 1985 la arqueóloga surafricana Janette Deacon visitó la región de los xam, en el Alto Karoo, sólo encontró a una persona que aún supiera algunas palabras en xam, y eran: 'Ahí vienen los bóers, huyamos'. Me parece necesario recordar ese genocidio. Los relatos de los xam son un baluarte contra el olvido.

P. Francia acaba de devolver a Suráfrica los despojos de la bosquimana Saartjue Baartman, la Venus hotentote, tratada como un especimen animal por los sabios parisienses en el XIX. Parece que hubo problemas macabros porque se habían extraviado algunos trozos.

R. Es una historia espantosa.A los científicos les fascinaba las particularidades anatómicas de la mujer bosquimana. Los científicos nazis se obsesionaron años después con los penes de los bosquimanos.

P. Pese a la aculturización ¿podemos reconstruir algo de la cultura de los xam en los bosquimanos actuales?

R. En parte sí, porque existía un sistema pan-bosquimano de creencias que compartían gentes muy alejadas.

P. El trabajo de traducción...

R. Muy laborioso. Casi diez años. Hice una primera edición en 1992. La de ahora incluye material nuevo, y una puesta al día, imprescindible tras las últimas investigaciones, auspiciadas por el interés hacia lo bosquimano en la nueva Suráfrica pluriétnica.

P. En los relatos hay una falta de referencias eróticas y escatológicas que sorprende en una sociedad tan inmersa en la naturaleza como la bosquimana.

R. En parte se debe al pudor de los recopiladores, Bleek y los suyos, hijos de su época y su moral pese a su impecable trabajo. Hemos recuperado algo, como poner la palabra 'orina' cuando ellos la habían traducido por agua.

P. La peripecia de Bleek y su familia es fascinante.

R. Transcribieron a mano, inventándose todo un sistema de escritura, lo que les explicaban sus informantes, convictos bosquimanos llevados a Ciudad del Cabo para hacer trabajos forzados. Ellos portaban consigo el tesoro de sus mitos y costumbres.

P. Usted forma parte de esa cadena de gente que lucharon para que la voz de los bosquimanos no desapareciera.

R. Me halaga que se pueda ver así. He sucumbido al hechizo de esa voz, de esas historias que llegan de tan lejos, con el viento.

José Manuel de Prada Samper (Salamanca, 1963).
José Manuel de Prada Samper (Salamanca, 1963).

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