Vuelta al ruedo en banderillas
Hay que ver al Fandi ahora que está tierno: posee corazón, constancia, valor y cabeza. Y hasta cierta dosis de arte, como demostró toreando a la verónica de pie, después de haberlo hecho valientemente de rodillas y antes de ganar la partida a El Juli en banderillas. Volvió a significar el soplo de aire en medio del estercolero en el quinto, ya que ha venido de Madrid con el título de torero y a fe que hace buen uso de él: serio y variado con el capote, portentoso en banderillas, demostrando un conocimiento de terrenos que le permite encontrar toro siempre, cuadrando a ley. Vino a dar la vuelta tras cumplimentar el tercio, precisamente en la tierra de Miguelín. No tuvo toros para la muleta.
Barral / Juli, Fandi, Amaya
Toros de María José Barral, anovillados y sin fuerza. No dieron lugar a que hubiera tercio de varas real. El Juli: división y oreja. El Fandi: oreja y dos orejas. Salió a hombros. Alejandro Amaya: silencio y oreja. Plaza de Las Palomas, 27 de junio. 4ª de abono. Tres cuartos de entrada.
Tampoco hubo toro en los turnos que correspondieron a El Juli: un par de ridículos novillos cojitrancos ante los que el madrileño hizo olvidar su antigua casta, ayer vulgaridad, dándose aire y fachenda como si hubiera descubierto América. Cierto es que este material ha mandado a la cama a las figuras, pero no es menos extensa la nómina de los demás accidentes laborales.
Alejandro Amaya, posiblemente, pretenderá llegar a figura. De momento, sólo frío y soso figurante.
Ya hace años que el tinglado amenaza con venirse abajo, pero ahora nadie puede aguantar su estrépito. Me niego a identificar esto con la fiesta de toros y, al acordarme de los que han sido, veo traicionada su memoria, puesto que la grandeza del juego de la verdad se ha cambiado por un ballet abusivo y mortecino de dudoso gusto. Los toros no son excepción, sino confirmación, de cómo en esta sociedad reina la apariencia y vale todo, siempre que lo justifique el beneficio. Claro que, cuando pilares institucionales como la FIFA y la Iglesia están como están, tampoco nos vamos a rasgar las vestiduras por cuatro puercos toros.
Lo malo va a ser cuando el negocio se agote porque se pase la moda. Mientras tanto, acto social sin burbujas.
Babelia
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