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Tribuna:LA CRÓNICA
Tribuna
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El retorno de los marcianos

'Pero ¿qué dices? ¿Que han ocupado la Diputación?'. La prensa barcelonesa había reaccionado ante los marcianos de Gore con comunicados contradictorios. Como ante la invasión de La guerra de los mundos, pero esta vez los extraterrestres venían de Buenos Aires: 'No es que no queramos hablar de Argentina, pero nos deprime hacerlo'. Llegaban con un espectáculo que acababa de triunfar en Sitges Teatre Internacional: 'No habríamos hecho las maletas si hubiésemos pensado que Gore no valía la pena. Nos ha costado un esfuerzo enorme juntar la plata para venir a España'. Y el pánico lo provocó Javier Daulte, autor y director del espectáculo, al repetir en la radio y los periódicos: 'Actuaremos en el antiguo Institut del Teatre, un espacio', añadía sin sospechar la que estaba liando, 'que ahora utiliza un colectivo okupa para sus asambleas'. De ahí la alarma: ¿el Institut del Teatre de la Diputación okupado?

'Gore' es un espectáculo que admira por su originalidad y por la juventud de unos actores formidables

En realidad, Gore se presentó en un viejo teatro abandonado sito, como el Institut, en Sant Pere més Baix, pero en el número 55, bastante apartado de la Via Laietana. El lugar se lo habían buscado ellos mismos y no encontraron ninguno mejor que ese espacio destartalado. Lo evidente es que la voz corrió con eficacia. Ya desde lejos se veía, ante el portón de la calle, un gentío compuesto, en gran parte, por actores y directores jóvenes, aunque había más de un abuelito (argentino) que se había aventurado hasta el lugar.

'Ya está bien que haya ocurrido así', suspira Daulte casi avergonzado por la confusión provocada: 'En Buenos Aires cambiamos dos veces de lugar. Primero porque demolieron el teatro, luego porque era una cooperativa y había que ser democrático. Yo creo que lo que devolvemos desde el escenario es el propio entusiasmo del público'.

Gore es un espectáculo que admira por su originalidad y por la juventud de unos actores formidables. Me pareció absurdo dejar escapar la oportunidad de que me contaran su experiencia. Como en Sitges, la función terminó con aplausos entusiastas. Al final, cansados tras el derroche de energía, desprovistos de las certezas escénicas que les sirven de máscara, se reúnen a mi alrededor Soledad Cagnoni, Julián Calviño, Damián Canduci, Eugenio Jiménez, Eduardo Misch, Lucrecia Oviedo, Belén Parrilla y Natalia Samoral. Y lo que me cuentan es, más o menos, esto:

Eduardo: 'La historia comienza en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Teníamos que presentar el trabajo de fin de carrera, que consiste en llevar una obra adelante. Elegimos a Daulte porque es un dramaturgo joven '. Belén: 'Queríamos algo más que cumplir con la carrera. Nos interesaba partir de la nada, experimentar'. Soledad: 'Eso es lo que le planteamos a Daulte. Que no queríamos un texto ya escrito'. Damián: 'Empezamos a trabajar a partir de consignas muy precisas. Y así fue surgiendo ese lugar extraño y todo lo demás'. Lucrecia: 'La primera escena, que lo impregna todo, fue surgiendo del imaginario de las películas gore, de ahí el título. Pero luego resulta que esta primera escena no llega a verse porque, al fin, decidimos quitarla'.

La versión de Javier Daulte es, a su vez, simétrica: 'Si he de ser sincero, cuando me llamaron los chicos no los quería ni ver. Tenía enormes prejuicios respecto a los actores del conservatorio. De modo que el primer trabajo lo planteé para que empezaran a resultarme atractivos: para que no actuasen, que fuesen. Y luego fue surgiendo lo demás. El argumento, por ejemplo, sólo yo lo sabía, y a ellos se lo iba contando poco a poco. El montaje costó 300 euros. Trabajar con la nada me atrae'.

Las cinco funciones que ofrecieron en el teatro okupado de Sant Pere més Baix fueron un éxito (no cobraban entrada, sólo la voluntad, para cubrir los gastos de su estancia en Barcelona). Javier Daulte me cuenta que, para intentar dar cabida a más espectadores, el sábado decidieron hacer doble función. En 20 minutos habían liquidado también estas entradas. Con todo, lo que realmente ha sorprendido a Daulte no es la recepción por parte del público.

Lo que le ha sorprendido es, por ejemplo, que la Fundación Romea, que está buscando un teatro de pequeño formato en el Raval, lo tanteara sobre la posibilidad de volver a traer Gore a Barcelona. También que el Espai Lliure, guiándose por sus consignas de despojamiento escénico, se interesara por este mismo espectáculo. Pero el más rápido ha sido, al fin y al cabo, Josep Montanyés, que ya ha cerrado el trato con Daulte para hacer un montaje con actores catalanes que se estrenará en el Teatre Lliure en octubre del 2003.

De momento, Daulte y los actores de Gore, después de recalar por unos días en Madrid en la sala Ensayo Cien, regresan a Buenos Aires, donde este julio estrenan Bésame mucho, su segundo espectáculo. 'En esta ocasión', explica Daulte, 'ya no son extraterrestres, sino policías buenos'. ¿Y en el Lliure? 'Aquí trabajaré con actores catalanes a los que ya conozco' '. '¿Y Argentina?', pregunto. '¿Argentina?', se pregunta él en un suspiro: 'Es simplemente no saber qué pasará mañana'.

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