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Reportaje:derrota del anfitrión | De la tristeza japonesa a la alegría turca | Mundial 2002

'La aventura ha tocado a su fin'

Troussier se despide del equipo nipón entre críticas por haber prescindido de Inamoto

La fiesta sigue en Corea del Sur, pero en Japón se acabó tras una triste derrota en un triste partido ante el público menos apasionado de los cuatro que han presenciado los partidos de la selección japonesa en este Mundial. 'La aventura nipona ha tocado a su fin', declaró, lloroso, el entrenador, el francés Philippe Troussier. Pero, mientras duró, fue gloriosa.

La gente no tuvo anoche motivos para salir a celebrar nada. Las camisetas azules de la selección ya han dejado de estar de moda. La fiebre azul ya no azota a la población. Pero deberían haber salido de fiesta porque ganar a Rusia y Túnez y empatar un encuentro que deberían haber ganado contra Bélgica, casi vencedora de Brasil, es admirable. Lo dijo Troussier: 'Estoy muy orgulloso de haber sido el técnico de este equipo y de haber vestido su uniforme durante cuatro años'.

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Los éxitos de la selección han despertado en Japón un interés sobre el fútbol sin precedentes. 'Éste es un equipo japonés que promete mucho con vistas al futuro', apuntó Troussier, que había anunciado hace tiempo que después del Mundial cambiaría de trabajo. 'Espero que aprovechen esa promesa como una rampa de lanzamiento para la Copa del Mundo de Alemania 06. Los jugadores japoneses deben creer en su potencial y en su capacidad para jugar. Hemos recibido el reconocimiento del fútbol europeo por nuestro progreso... El conjunto ha demostrado que puede jugar con los mejores'.

Lo curioso, y lo que seguro que generará polémica en Japón en los proximos días, fue la extraña decisión de Troussier, que no se explicó después de partido, de sustituir a Inamoto, la emergente estrella nipona, en el descanso. Inamoto ha sido, con diferencia el mejor jugador japonés. El que marcó los goles, el que controló el centro del campo. El motor del equipo, en definitiva. Y Troussier le sustituyó faltando 45 minutos.

Troussier se había convertido en un dios en Japón durante las dos primeras semanas del Mundial. Hasta se llegó al extremo de que cien periodistas nipones le apluadieron al final de una conferencia de prensa, la semana pasada, en la que les había criticado duramente acusándoles de compartir la responsabilidad de los males que afligen al fútbol japonés. Fue muy extraño haber elegido justamente la época de mayor gloria en la historia nipona para hacer semejantes declaraciones, pero Troussier siempre ha sido un tipo altivo e imprevisible.

Este misonero del fútbol, que también ha entrenado en cuatro países africanos, ha dejado huella en Japón, pero se le recordará siempre con más gratitud y respeto que con cariño.

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