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Reportaje:

El chollo del príncipe inglés

Michael de Kent paga un alquiler de sólo 110 euros por su palacio en Londres

La vivienda es uno de los mayores problemas de los londinenses. Encontrar un apartamento decente y barato es imposible. Pagar por uno caro y malo es lo más corriente. Pero, ¿afecta eso a todos por igual? No. Basta con ser primo de la reina de Inglaterra para pagar menos de 70 libras a la semana (110 euros) por una formidable vivienda con siete dormitorios y nueve salones en uno de los barrios más caros de la ciudad. El príncipe Michael de Kent, primo de Isabel II, cree que el tiempo que pierde haciendo caridad bien vale una buena casa.

Es muy difícil encontrar no ya un apartamento, sino una habitación decente en el centro o la periferia de Londres por el equivalente a 110 euros a la semana. Los expertos inmobiliarios de la capital del reino, clase emergente como pocas en el país, estiman que un apartamento como el que disfrutan los Kent en el palacio de Kensington costaría entre 6.000 y 7.000 libras de alquiler a la semana o 15 millones de libras (23,4 millones de euros) si quisieran comprarlo, tal y como está el mercado.

El primo de la reina Isabel II ha sido tachado de 'okupa' por un indignado diputado laborista

Los británicos, empezando por tabloides tan poco sospechosos de antimonárquicos como el Daily Mail, se preguntan por qué necesita una casa semejante el primo de la reina y cuánto le cuesta al país ese capricho. A fin de cuentas, sus dos hijos son ya mayores y apenas duermen en casa. Y el matrimonio tiene ya una bonita casa de campo con ocho habitaciones a tiro de piedra de la residencia del príncipe Carlos en Highgrove, a las afuera de Londres.

El Parlamento está investigando quién, por qué y por cuánto utiliza el palacio, que cada año cuesta 1,1 millones de libras y genera un déficit de 200.000. Un parlamentario laborista cree incluso que los Kent son unos okupas y se tienen que ir.

Contra su costumbre, Michael de Kent se ha visto obligado a dar explicaciones mediante una entrevista: su prima la reina le obsequió con el uso de esa residencia cuando se casó con la que había sido su secretaria en 1978. Y ellos no se van. Ni él, ni ella, la hermosa, elegante, divorciada, hija de una peluquera, Marie-Christine, que se tiene por más real que la propia familia real, al decir de los tabloides, y luce con garbo sin parangón los modelos de Gianfranco Ferré o Victor Edelstein que adornan su guardarropa.

En 1994, con la monarquía en crisis y dispuesta a todo -incluso a pagar unos pocos impuestos- para recobrar el respaldo popular tras el divorcio de Carlos y Diana de Gales, el príncipe Michael aceptó correr con parte de los gastos del apartamento. El año pasado aportó la suma de 3.500 libras, que ayudó a aliviar la carga de 1,1 millones de libras que el palacio cuesta cada año a las arcas públicas.

Otros altos personajes viven también allí. Algunos pagan rentas más acordes con el mercado, como las 800 libras a la semana que abona sir Michael Peat, responsable de las finanzas de palacio. Otros, como los duques de Gloucester o los duques de Kent, no pagan nada, pero forman parte de la rama activa de la familia real y están obligados a representar a la reina en actos oficiales. El príncipe Michael, no. Pero este domingo ha alzado su voz para aclarar a través de The Sunday Telegraph que también él pierde mucho tiempo en nombre de la reina. Concretamente ha asistido a 94 actos de caridad en los últimos 53 meses, explicó su secretario personal, porque el príncipe no tenía las cifras en la cabeza. Aún más. La semana pasada, el príncipe se ha visto en la necesidad de vender su Phantom VI Rolls-Royce por 161.650 libras (252.000 euros). 'Ha sido muy triste, pero era más de lo que necesitábamos. Vivimos en otros tiempos', ha explicado con serenidad. A fin de cuentas, aunque las estrecheces le obligaron también a vender el Aston Martin hace ya un tiempo, al príncipe y la princesa aún les queda el Bentley para ir los domingos a la casa de campo a jugar a tenis en una de las pistas mejor cuidadas del país: la de su jardín.

El príncipe, al que le gusta presumir de su parecido con uno de sus ancestros, el asesinado zar Nicolás II de Rusia, está muy dolido por la polémica. 'La visión que el público tiene de nosotros es trivial y mal informada. Creo que se ha ido demasiado lejos', se lamenta. 'Hemos puesto nuestro peso por la familia y el país. Y lo hemos hecho porque tenemos la sensación de que somos unos privilegiados y los privilegios no funcionan sin obligaciones'. Por eso, ellos no se van. Salvo que el Parlamento pida lo contrario. Y su prima, la reina, así lo disponga. Tiempo al tiempo.

El príncipe Michael de Kent y su esposa, en una foto de archivo.
El príncipe Michael de Kent y su esposa, en una foto de archivo.BRENDAN BEIRNE

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