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Reportaje:Mundial 2002 | Los ingleses aguardan a los brasileños

La estrella es... Beckham

La presencia del inglés en la grada convulsionó al público de Kobe

De los 40.440 espectadores reunidos anoche en el estadio de Kobe para el partido entre Brasil y Bélgica, aproximadamente 40.398 iban vestido de amarillo canarinho. Pero, media hora antes de comenzar el partido, mientras los jugadores brasileños se calentaban en el campo, el público, de repente, se enteró de que Beckham estaba en el estadio, que había venido con otros jugadores de la selección inglesa a presenciar un encuentro cuyo ganador se mediría el viernes contra Inglaterra en los cuartos de final.

Así que, por más camisetas amarillas que hubiese, los brasileños dejaron de tener interés. Al menos a lo largo de todo el costado del estadio donde estaba sentado Beckham, todo el mundo o se giró hacia atrás o inclinó el cuello para poder ver, con sus propios ojos, al superhéroe inglés. Miles de cámaras fotográficas apuntaron a Beckham desde todos los ángulos posibles. La policía, que en general había podido mantener el orden en todos los estadios japoneses, perdió todo control. La gente saltaba vallas, bloqueaba pasillos, hacía todo lo humanamente posible para poder ver a Beckham, poder contar a sus amigos por el resto de sus días que le habían visto, y hacer la foto más memorable que harían jamás.

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Reinó la histeria durante una media hora, hasta que empezo el partido y, por cortesía al menos -los japoneses son una gente muy cortés- apartaron la vista por fin de Beckham y se fijaron en el césped. Curiosamente, por mucho que la moda amarilla parece haber pegado en Kobe, hubo muy poco ruido durante el encuentro, teniendo en cuenta que era de los octavos de final.Muy poca animación audible a favor de Brasil. Varias veces durante el partido se pudo oír sobre el silencio general a los 40 belgas que habían hecho el viaje a Japón; a veces se podía oír, con nitidez, a los dos que más ruido hacían.

En el instante que el árbitro pitó el final del primer tiempo, cientos, y al rato miles, de cabezas japonesas se giraron una vez más en dirección a Beckham. Incluso cuando salieron los dos equipos para el comienzo del segundo periodo muchos ni se enteraron. Miles seguían mirando no hacia delante, sino hacia atrás.

La verdad es que Rivaldo es Rivaldo y Ronaldo es Ronaldo. Son lo que son: grandes jugadores de fútbol. Pero Beckham es más que un futbolista. Tambien es Madonna, Brad Pitt o los Bea-tles. En el Manchester acaba de renovar por 160.000 euros a la semana. Le timaron.

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