Un pit-bull ataca a ocho personas al incendiarse un inmueble
El perro tuvo que ser abatido por los agentes de tres disparos
Un edificio de cinco plantas de la calle Timanfaya, en Alcorcón, se convirtió ayer, a las 5.30 horas, en una trampa para los vecinos que trataban de escapar de las llamas y de Ato, un pit-bull enloquecido de dos años y 20 kilos que se ensañó con ocho de ellos. Como consecuencia de las mordeduras y de la inhalación de humo, la dueña del perro se encuentra muy grave, con heridas en el pecho, un costado y un brazo.
La policía se vio obligada a disparar al animal, que recibió el primer impacto en el portal. Salió enloquecido hacia la calle, donde se topó con Gustavo, de 39 años. El perro enganchó un brazo al hombre, que arrastró al can 30 metros pidiendo ayuda. La Policía Municipal logró abatirlo de dos tiros más, mientras seguía mordiendo al hombre.
Las llamas comenzaron a las cinco y media de la mañana en el cuarto B, en el número 17 de la calle Timanfaya, un edificio de cinco plantas de Alcorcón, mientras todos dormían. Pero lo peor todavía no había llegado. Cuando los residentes intentaron salir de las viviendas para escapar del incendio se encontraron con un pit-bull enloquecido -propiedad de Araceli B. B., dueña del piso donde se había declarado el incendio- que atacaba a todas las personas con las que se encontraba.
El piso donde se declaró el incendio quedó rápidamente destruido. Los inquilinos de los otros apartamentos, al descubrir el incendio, abrieron las puertas e intentaron salir escaleras abajo. Pero allí Ato les esperaba.
'Yo creo que me ha ayudado un ángel', cuenta Paloma, madre de una niña de dos años y un niño de ocho, que vio, al abrir la puerta, cómo el pit-bull entraba en su casa, se subía encima de la cama donde dormía su hija y la olfateaba. 'Ya no sé más, cogí a mi hija y salí corriendo', relata Paloma.
Fue una vecina, Felisa, que recibió varias dentelladas del perro -en el pecho, la cadera y el brazo- quien consiguió que Ato se alejara de la cama de la niña.
Esta vecina del tercero que tenía ayer el brazo vendado y todavía con el susto reflejado en la cara, relata: 'Yo intenté encerrarle en el ascensor, para que la gente pudiera salir de sus casas y escapar del incendio'.
El hijo de Felisa, un veinteañero, mientras tanto, rescató a la hija de Araceli, que, al ser inválida, no puede moverse sin ayuda de su silla eléctrica. La silla permanecía ayer tirada y semiquemada enfrente del ascensor en uno de los pisos del inmueble.
El hijo de Felisa relató ayer cómo 'Araceli bajó corriendo a pedir ayuda'. 'Subí descalzo al piso de arriba, pisando cascotes y respirando humo. Mi madre, mientras tanto, me dio dos cubos de agua para intentar apagar el incendio, pero era imposible. Entonces cogí a la chica y la bajé a mi casa. Allí la dejé en un sofá', explica.
Mientras, Araceli intentaba en el cuarto piso hacerse con el perro, que había entrado ya en varias viviendas aterrorizando a sus inquilinos. La dueña de Ato, en un gesto de valor, no se lo pensó en el intento de tranquilizar a su perro, pero recibió varios mordiscos en el pecho, en el costado izquierdo y en el brazo derecho. Quedó malherida. Una ambulancia de la Cruz Roja trasladó a Araceli y a las demás víctimas al hospital de Alcorcón. Una amiga de Araceli confirmó ayer que permanecía en estado muy grave en el hospital.
Mejor suerte corrió Gustavo, un músico de 39 años y vecino del inmueble, que sólo tiene el brazo derecho en cabestrillo. Gustavo se libró de una primera embestida de Ato, que entró en su casa cuando él y su mujer estaban ya en la calle. Pero el can bajó corriendo las escaleras y allí recibió un primer disparo de los agentes en el portal.
'Pero no se murió, sino que salió disparado a la calle. Allí me mordió en el brazo. Pensé que me mataba, fue horroroso ir con el perro arrastrando durante 30 metros, hasta que la policía le abatió de dos disparos mientras seguía enganchado a mi brazo', comentaba Gustavo con la cara todavía desencajada.
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