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Crónica
Texto informativo con interpretación

Comienza el baile

La generación de oro de Portugal, eliminada al ser incapaz de empatar siquiera con Corea del Sur, que se clasificó junto a Estados Unidos, Japón y Bélgica - Rusia, también apeada, sigue sin encontrar su sitio

Santiago Segurola

La primera fase del Mundial terminó ayer entre emociones y sorpresas. Portugal y Rusia patinaron como suele ser su costumbre. Los rusos no logran tener en el fútbol el peso que les corresponde. Lo dejan para otros deportes, en los que son una de las dos grandes referencias del planeta. La otra, Estados Unidos, vive de espaldas al fútbol, pero tendrá que asumir el pase de su equipo a los octavos de final.

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A casi ningún norteamericano le interesa lo que haga su selección: es quizá la única actividad de este mundo en la que no les importa tener el estigma de los perdedores. Pero Estados Unidos, derrotado por Polonia, se clasificó por el empeño de Portugal en perder su partido contra Corea del Sur. Las expulsiones de João Pinto y Beto le costó un drama. Es el final de una gran generación de jugadores. Aquellos juveniles encabezados por Figo se acercan al crepúsculo de sus carreras, si es que no han comenzado ya su decadencia.

Fue una jornada feliz para Japón y Corea del Sur, que pasan por primera vez a la segunda ronda de un Mundial. Los dos países están entusiasmados con sus equipos. La gente se lanza a las calles, los jugadores son unos héroes, el fútbol triunfa en Oriente. Tampoco es una novedad su éxito: ningún país organizador ha sido eliminado en la primera fase de la Copa del Mundo. Por la febril reacción de los surcoreanos y los japoneses hay derecho a pensar que el fútbol ha prendido en esta parte del planeta. Si China se anima, no sólo habrá un nuevo gran mercado, sino posibles potencias para el futuro.

La primera sacudida del Mundial ha dejado víctimas inesperadas. Argentina y Francia salían como los dos grandes favoritos del torneo, pero se enredaron de mala manera. Las dos merecieron mejor destino. No lo tuvieron porque la ansiedad les quemó. Así es un campeonato que no sólo mide la fibra futbolística. También pone a prueba el sistema nervioso de los jugadores. De eso pueden hablar más que nadie argentinos y franceses en esta Copa.

Otros no se sintieron impresionados por las exigencias: no tenían demasiadas. Equipos como Dinamarca, Senegal, Bélgica, Irlanda o Estados Unidos han pasado a los octavos de final en contra de los pronósticos. En este sentido, el fútbol se ha democratizado en este Mundial: hay oportunidades para todos.

El pasado, por muy reciente que sea, cuenta poco a partir de hoy. Comienza un frenético baile en el que no hay posibilidad de recuperación. Ganas o pierdes. Para España ha sido un recorrido optimista. Ahora se enfrenta a sus demonios particulares. Si su eficacia en la primera fase quiere decir algo, la selección está frente a su gran oportunidad. De algún modo, será más difícil de lo que se pensaba: de nuevo se apunta un cruce en los cuartos de final con Italia, obstáculo insalvable hasta el momento para el equipo español. Nunca ha logrado derrotarla en los Mundiales o la Eurocopa. Pero tampoco nunca España había completado una trayectoria inicial tan saludable. Si eso significa algo. lo veremos desde hoy.

Una <b></b><i>marea roja</i> de aficionados surcoreanos invadió las plazas de Seúl en las que pudo seguirse el partido Corea del Sur-Portugal.
Una marea roja de aficionados surcoreanos invadió las plazas de Seúl en las que pudo seguirse el partido Corea del Sur-Portugal.REUTERS

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