Italia tiembla
El equipo de Vieri y Totti necesita ganar a México para seguir en liza
'Aún no soy un estúpido', se defendía ayer el veterano seleccionador italiano, Giovanni Trapattoni, de 63 años, al que los pasionales seguidores transalpinos culpan mayoritariamente de haber llevado a Italia a una trágica situación. Porque dramático resultaría hoy que el exuberante y pomposo calcio quedara despedido del Mundial. Con su traspié ante Croacia (1-2), Italia necesita ganar a México, el mejor del grupo hasta la fecha. 'Si no vencemos a los mexicanos es que somos mediocres', afirmó ayer el presidente de la federación, Franco Carraro. Desde Italia también se pronunció Arrigo Sacchi, el último técnico en llevar a Italia a una final, la de Estados Unidos 94: 'El fútbol italiano es demasiado conservador. Le falta la cultura de la derrota'.
Tras la profunda crisis deportiva de los clubes italianos, fumigados de las competiciones europeas en las últimas temporadas y envueltos en un formidable enredo financiero, nada haría más daño a su fútbol que la prematura eliminación de la selección, en la que 34 empresas han invertido su dinero con ocasión de la aventura asiática.
El enfrentamiento con México recuerda el que sostuvieron ambos conjuntos en 1994, cuando en la última jornada de la primera fase los italianos, gracias a un gol del milanista Massaro, lograron un empate que les sostuvo en un campeonato del que luego fueron finalistas y sólo cayeron ante los brasileños por penaltis.
Esta vez las cosas pintan peor. Hasta la fecha, Italia, a la que históricamente se ha tenido por la selección más calculadora del planeta, no ha sido capaz de rentabilizar los tres goles anotados por Vieri. Frente a México, al que le sirve el empate, tendrá que llevar la iniciativa en el juego, algo que disgusta por completo a Trapattoni, el gran muñidor del catenaccio en los dos últimos decenios, y todos los italianos. De hecho, no tiene jugadores para manejar la pelota, por su despectiva idea respecto al centro del campo, en el que todos los internacionales tienen vocación destructora.
Probablemente sin Nesta, lesionado -el Lazio, el club del central, ha prohibido que se le infiltre para que pueda jugar anestesiado-, Italia tendrá que parchear su defensa. En el medio, la baja del interista Di Biaggio no debe suponer ningún problema añadido, ya que todos los centrocampistas -Zambrotta, Tommasi, Gattuso, Zanetti...- son clónicos. Todo quedará supeditado a la conexión Totti-Vieri, a la que se sumará un día más, como ante Croacia, Inzaghi.
Por una vez, Italia se lo jugará todo al ataque, el aspecto que menos le ha interesado siempre del juego. Hoy no le quedará otro remedio. Si cae, quizá se hunda también todo un modelo, un sistema que Sacchi y algunos de su cuerda piden revisar desde hace tiempo. Pero con Italia nunca se sabe. Hace 28 años, cuatro después de haber sido subcampeona en México 70, donde cayó ante Brasil, fue eliminada a las primeras de cambio. Los tifosi recibieron a su equipo a tomatazo limpio. Pero cuatro años después, en Argentina 78, fue semifinalista, y otros cuatro después, en España 82, campeón.
Italia lucha ahora en Corea y Japón 2002, un Mundial en el que, se dice, cualquier selección puede empatar o ganar a cualquiera, como bien han demostrado las eliminaciones prematuras de un par de grandes imperios futbolísticos, el francés y el argentino. Dos ejemplos, dos naufragios,que han hecho perder el sueño al habitualmente jovial Trapattoni.
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