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Columna
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Trinos y gorjeos

La contaminación atmosférica o los vertederos incontrolados, donde picotean con harta frecuencia en el País Valenciano, no han eliminado todavía el trino y gorjeo de los pájaros. En cualquier pino urbano de Torrevieja, Rocafort o Sant Mateu, y si uno se fija en ello, se puede escuchar el gorjeo ronco y reiterado de las palomas torcaces. Macho y hembra vuelan cerca el uno del otro, y cerca del árbol donde anidan. Se arrullan líricamente en sus escarceos amorosos, y su canto es de un aburrimiento aplastante. Otras aves nos deleitan con su piar floreado. Pero el de las torcaces es monótono.

Quizás por lo monótono, reiterado y ronco del gorjeo de las torcaces, las evoca la memoria cuando se para mientes en palabras y parlamentos de los dirigentes políticos valencianos. Y este fin de semana pasado fueron generosos en palabras y parlamentos. Nuestra derecha gobernante cantó en el Palau de la Música, junto al Turia de plata y peces muertos en su desembocadura; nuestra izquierda socialdemócrata, y sin llenar el aforo, lo hizo en el Gran Teatro de Elche. Los primeros celebraban su convención regional; los segundos presentaban los candidatos que el próximo año pugnarán por conquistar o mantener las alcaldías de las ciudades con más de 50.000 habitantes. En una y otra asamblea era la campaña electoral el telón de fondo; un telón que ahora parece que se inicia pero que, en realidad, nunca se baja. Generalmente el ciudadano de a pie no le presta excesiva atención a estos eventos: los encuentra quizás normales, monótonos y reiterados como el gorjeo de las palomas. Claro que en Valencia y en Elche estuvieron los adalides valencianos del PP y del PSOE respectivamente, acompañados de otros picos prominentes.

En Valencia hubo trino floreado y gorjeos. Los trinos floreados fueron para el jefe: líder fructífero e ilusionante, político cargado de ideas, proyectos y equipo; guía de un milagro económico valenciano que envidian los suizos. Eran los picos de José Joaquín Ripoll y Rita Barberá. Los gorjeos roncos y monótonos sonaron también como de costumbre y como letanía piadosa en honor de la oposición socialdemócrata, que juega demagógicamente, que tiene francotiradores, que protagoniza las mayores traiciones y cobardías humedecidas con el agua del Ebro, que ... dijo Eduardo Zaplana. Y añadió Alicia de Miguel que nuestros socialdemócratas practican el canibalismo, político claro, con trofeos en sus vitrinas. Piar de volátiles en el Palau, tan cargado de lirismo y ternura como falto de argumento, y sobrado de desparpajo.

En Elche hubo gorjeos y floreado trino. Entre palmeras los socialdemócratas, émulos de sus adversarios políticos, no iban a la zaga. Sus alcaldables eran vagones y locomotoras de Rodríguez Zapatero; eran germen de futuros esperanzados y se adornaban de cualidades beatíficas como trinos floreados. Los gorjeos roncos y monótonos fueron también los manidos: la derecha en el poder es arbitraria, despilfarradora, gris, regresiva, autoritaria, manipuladora e interesada en su propio beneficio y no en el bien común. Con afecto y reflexión crítica hacia la acción política de quienes gobiernan, a Joan I. Pla, Leire Pajín y Jordi Sevilla les faltaron propuestas concretas y soluciones claras que motiven en la calle a sus votantes. Hubo piar y hubo desparpajo.

Poca armonía hay en esos cantos, y mucha insulsez y trivialidad, que atraen menos la atención que el gorjeo monótono y aburrido de las palomas.

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