'El teatro se hace con un alambre y un palito'
Pregunta. Usted empezó como galán de telenovelas. ¿Se encuentra tan irresistible?
Respuesta. No [ríe], porque yo siempre fui un galán cómico. No me lo creía ni yo.
P. ¿No le ruboriza su página web, donde está como pidiendo guerra al borde de la piscina?
R. El día que atrape al truhán que decidió hacer mi página web y poner esas fotos, tendremos un conflicto.
P. No me diga que le pillaron a traición.
R. No tengo la menor idea de dónde sacaron las fotos. Nunca me interesó tener la página.
P. En plena carrera cinematográfica ascendente, dice que no dejaría el teatro por el cine. ¿No depende de lo que le ofrezcan?
R. Es lo que siento. El teatro es lo más esencial. Yo no lo dejo. Si me deja él a mí es otra cosa.
P. ¿Entonces pondría una pizzería, como en El hijo de la novia?
R. No, no me anotaría nunca en el gremio gastronómico. Me parece que hace falta mucha devoción. Yo no tengo constancia.
P. ¿Está el patio en Argentina para hacer mucho cine y mucho teatro?
R. En este momento no hay un terreno adecuado para hacer demasiadas cosas, pero el cine y el teatro siempre se abrieron camino. El teatro se hace con un alambre y un palito. El cine es un poco más complicado. Pero lo importante son las ideas.
P. Le llueven proyectos en España, pero usted se deja querer y nada más. ¿No le gustamos los gallegos?
R. No, me encantan, sobre todo las gallegas. El tema son las historias. Yo trato de ver qué participación puedo tener en una historia, y si sirve de algo que forme parte de ella.P. Su padre era instructor de vuelo. ¿Cuál es la mayor acrobacia que ha heredado?
R. La más gorda la vengo haciendo conmigo desde que me conozco.
P. ¿Aguantarse?
R. Sí.
P. Hollywood le decepcionó; en España no hay trabajo que le interese. ¿Sólo le gusta su casa?
R. Hollywood me decepcionó emocionalmente. Técnicamente, sí, fue apabullante.
P. ¿Qué le faltaba: glamour, cariño?
R. Un contacto, humanidad, un poco de arte: dejémonos de joder. Está todo fantástico, pero... me pareció demasiado puesto en escena.
P. ¿En Argentina es usted una gloria nacional?
R. No, no. Ni lo quiero ser.
P. Se lo digo porque leo cosas tremendas: que todas las madres le querrían como yerno; que todos los padres le comprarían un coche usado. Qué agobio, ¿no?
R. Sí, es un agobio, pero creo que eso será por la familiaridad. Hace muchos años que me conocen, y que digo pavadas y se las creen. Por eso no necesito una página web [ríe].
P. ¿Es más bien el buen chico que parece o su Marcos, el timador de Nueve reinas?
R. No, espero que no. Como esa lacra hay pocos. Yo no soy mala persona.
P. Campanella, tras dirigirle en dos películas, le equipara a Nino Manfredi y a Jack Lemmon. ¿Es para tanto?
R. Es un grosero. [Risas] Me parece que es más una expresión de deseo que una realidad. De todos modos, soy bastante bueno.
P. O sea, que no se entrenará para ser como ellos.
R. No. Yo creo que cada uno tiene que hacer su propia vida. Lo único que realmente ambiciono es ver a mis hijos felices.
P. 'Soy operaprimista por excelencia'. ¿Es porque, en general, el director que le prueba no repite?
R. Ja, ja, ja. No. Ésa es una de las cosas de las que más orgulloso me siento. He sido convocado a infinidad de óperas primas, y me parece que es porque doy cierta confianza.
P. Afirma que no quiere ser rico. ¿Se pone exótico?
R. No. Me parece que está bien el tema de la pasta, y tener un buen pasar, no sufrir necesidades. Pero no me llevo bien con la mentalidad y el estilo de la gente que tiene mucho dinero, porque te terminas olvidando de cuál era el motivo por el que estabas aquí.
P. ¿Se considera tan simpático como dicen?
R. Era mucho más simpático. Estoy un poco desgastado. Me cansé un poco de reírme, de tener que hacerme cargo de la velada.
P. Antes me ha dicho: 'Soy bastante bueno'. ¿He oído bien?
R. Muy buena la repregunta, porque si no parecería como una falta de modestia. Me he atacado tanto a mí mismo que estoy tratando de decirme: 'Bueno, después de todo, no te sale tan mal a veces'. Odio las comparaciones, porque no todos tenemos las mismas posibilidades ni las mismas oportunidades.
PERFIL
Con 45 años y dos hijos, da la imagen opuesta a un guaperas -aunque lo sea- o un divo. Normalito y afable, dice estar un poco agotado por exceso de trabajo: lleva en Buenos Aires más de mil representaciones de 'Arte'. Asegura que se divierte mucho con su mujer y sus hijos -'nos cagamos de risa'-, y que les gusta el campo, ver películas, dibujar y cantar.
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