Larsson manda a casa a Nigeria
A sus 31 años, el mulato Henrik Larsson -su madre es de Suecia y su padre de Cabo Verde- volvió a reivindicarse como uno de los mejores delanteros. El jugador del Celtic de Glasgow, que se rompió una pierna en 1999, estuvo rápido, potente e intuitivo. Y con dos goles -el segundo, de penalti- mandó a casa a Nigeria, superada por las expectativas y por su ya crónica falta de consistencia. Nadie como Okocha para simbolizar la frustración nigeriana, un talento natural siempre a un paso de todo, siempre cerca de la gran jugada. Como la de ayer: ese zigzagueo sorteando defensas suecos y ensuciado al final con un tirito de nada.
El partido resultó muy divertido, producto de la extraña mezcla entre equipos africanos y escandinavos que tan buena alquimia está resultando: el Dinamarca-Senegal de la jornada anterior fue ya un precedente. Esta vez Larsson se apoyó en un excelente pase interior de la otra referencia sueca, Ljunberg, el escurridizo centrocampista del Arsenal. Tercera en Estados Unidos 94, Suecia se enfrenta ahora a Argentina con una gran ventaja: juega sin ninguna presión.
Por su parte, Nigeria, revelación de aquel Mundial y campeona olímpica en Atlanta 96, ha entrado en barrena. Algunos de sus jugadores -Okocha y West a la cabeza- se acercan a la jubilación. Al dejar fuera a Oliseh y Finidi, el seleccionador, Onigbinde, antiguo maestro de escuela que volverá probablemente a las aulas, ya inició el recambio. Y el futuro apuntó ayer varios nombres: el delantero Aghahowa, de 20 años, que marcó de cabeza y dio siete magníficas volteretas para celebrarlo; Ogbeche, de apenas 17 años, delantero del París Saint Germain, y el lateral derecho Yobo, de 21, que dio el pase del gol.
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