Operación retorno

Rusia está de vuelta. Su papel nunca fue brillante en un Mundial. Un cuarto puesto en Inglaterra 66 da el único y discreto relieve a su hoja de servicios. Y, lo que es peor, ni siquiera logró competir en Francia 98 ni en la Eurocopa 2000. Al menos, esta vez está en el torneo. Tanto fracasos anteriores provocaron cambios constantes de seleccionador. En 1999 regresó al cargo Oleg Romantsev, un técnico de lo más peculiar, ex jugador y entrenador, director general y presidente del Spartak de Moscú.

Ahora Rusia se ve ya en la siguiente fase -'de lo contrario, tendría que dimitir', dice Romantsev- porque está encuadrada en el grupo de la vida, como se ha dado en llamar, por su discreto nivel, al H, junto a Japón, Bélgica y Túnez. Los tunecinos, que llegan escamados por su fracaso en la reciente Copa de África, en la que fueron eliminados a las primeras de cambio, son hoy el primer rival.

Bestchastnykh, el delantero que militó en las filas del Racing de Santander, se ha convertido, a sus 28 años, en la figura de una selección que ha reunido a representantes de la nueva ola del fútbol ruso con veteranos que, presumiblemente, están ante su última gran ocasión de destacar en un torneo internacional.

La Liga española es territorio común de varios de los más experimentados: Onopko, de 32 años (Oviedo), Karpin y Mostovoi, de 33 ambos (Celta) y Nikiforov, de 31 (PSV Eindhoven y ex defensa del Sporting de Gijón), además de Khokhlov, de 26 (Real Sociedad). A Romantsev le toca agitar la coctelera con una receta que por fin convenza después de años de continuados fracasos.