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Reportaje:

La esperanza amenazada de los toxicómanos

El plan de construir un parque temático pone en peligro la unidad de desintoxicación de Bétera

Politoxicómanos de unos 25 años que consumen una media de dos gramos de cocaína, otros dos de heroína y unas cinco pastillas de Tranquimacin -un ansiolítico destinado a combatir la euforia-; en total, entre 150 y 240 euros diarios. Gente que lo ha probado todo, con problemas judiciales en un 80% de los casos y en un 70% con enfermedades asociadas al consumo como el virus de la insuficiencia humana o la tuberculosis. O personas de unos 35 años con un consumo medio de cuatro litros de vino o una botella de brandy, ginebra o vodka que lleva bebiendo unos 15 años y que padecen también problemas físicos derivados del exceso de alcohol.

Este es el perfil de las más de 400 personas que cada año pasan por el centro de tratamiento de toxicómanos situado en el recinto del hospital psiquiátrico de Bétera. 'El rebuig del rebuig', como se refieren a ellos de forma cariñosa algunos de sus cuidadores. Se trata de cientos de hombres y mujeres que han fracasado en programas anteriores de tratamiento ambulatorio y que tienen en Bétera una última oportunidad que suelen aprovechar.

Se trata de un centro de un millón de metros cuadrados en plena naturaleza

De acuerdo con el resumen anual de 2001, un 90% de los 211 alcoholicos tratados recibió el alta médica, es decir, cumplieron el tratamiento. En los toxicómanos, y pese a que el seguimiento de la terapia es más problemático, la cifra alcanzó un 65,65% de los 215 que pisaron el centro. Y no se trató de una excepción. Los resúmenes anuales de los dos años anteriores rondan las mismas cifras.

Si a ello añadimos que algunos de los principales especialistas en el tratamiento de adicciones de toda España han salido de Bétera o que el centro lleva funcionando desde 1974 y sus experimentados profesionales han vivido la eclosión de la drogadicción desde el principio, es más fácil entender la, como mínimo, desconfianza que existe entre los especialistas en asistencia a toxicómanos de toda la Comunidad con los que ha contactado este diario ante la intención manifestada por el presidente de la diputación, Fernando Giner, de emplazar en el recinto del hospital psiquiátrico -en el que se encuentra la unidad de desintoxicación de Bétera- un centro de ocio, a medio camino entre el museo viviente y el parque de atracciones, reproducción de la Albufera incluida.

A ello añaden la falta de recintos de este tipo y de carácter público. El hospital Clínico de Valencia cuenta con ocho camas para el tratamiento de estos pacientes, el hospital General de Castellón dos y algún otro centro dispone de camas sueltas pero no cuenta con unidades específicas. Lejos, en todo caso de las 20 camas de Bétera, que, además cuenta con un valor añadido. Se trata de un espacio sociosanitario de un millón de metros cuadrados en plena naturaleza alejado del núcleo urbano en una Comunidad deficitaria en este tipo de recursos.

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'¿Por qué deshacerse de este recinto?', se preguntan los especialistas, 'si lo que habría que hacer es reforzarlo'.

'¿Adónde van a ir?'

'En lugar de 20 camas debería haber 200 porque es una pena la gente que hay en la calle desperdiciándose siendo este uno de los mejores centros de Europa'. Los enfermos no se han mantenido al márgen de la intención de la Diputación de Valencia de instalar el Parc dels Pobles en el recinto en el que reciben tratamiento. Y han hecho llegar su opinión a este diario.

En otra carta, otro usuario admite:'en principio no era partidario de los centros de rehabilitación, pero vine y el trato es estupendo', por lo que, añade, 'ruego a la diputación que considere nuestras opiniones porque este hospital ha sido el punto donde he dado mi primer paso para curarme de la drogadicción'. '¿Adónde van a ir a parar los toxicómanos y alcoholicos?', se pregunta otro interno, '¿a un hospital donde no puede salir a dar un paseo o realizar actividades ocupacionales?'. 'Además, sé que aquí se han ido recortando [actividades] porque antes había terapias, había monitores de gimnasia, o sea que está claro que se pretende cerrar esto'. 'Si cierran esto, los que tengan este problema van a tener que ir a centros de pago y todo el mundo no se puede permitir el lujo de costearlos', apunta otro.

'Me gustaría que pensaran un poco en lo que opinamos los pacientes del pabellón', señala otro de los enfermos afectados.

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