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Columna
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Que dure

El clima cultural en Almería es como el atmosférico: pasa de un extremo a otro. A los períodos de sequía, que cuartea la tierra y consume el agua de los pantanos, les suceden las lluvias, que inundan las barriadas y convierten las ramblas en ríos. Del mismo modo, al desfallecimiento de la vida cultural en el invierno le sigue una vigorosa actividad primaveral. Yo, que en otras ocasiones me he quejado de esta escasez, tengo ahora tres buenas razones para cerrar la boca: el Festival de Teatro de El Ejido, el Certamen Internacional de Cortometrajes y el Encuentro de Culturas Mediterráneas Alamar. Esta generosa oferta teatral, cinematográfica y musical contrasta con la mortecina vida que llevamos el resto del año. Las diferentes administraciones podrían coordinarse para que los montajes, las películas, los conciertos y las mesas redondas no bajaran torrencialmente y fluyeran con mansedumbre a lo largo del año. Digo esto por decir algo; bienvenido sea todo ello, aunque baje en tromba.

En un reciente libro, El Ejido se escribe con T de teatro, Elías Palmero recoge la historia del Festival de Teatro de El Ejido desde la primera actuación de Els Comediants hasta hoy. Veinticinco años después de aquella edición, este Festival se ha convertido en uno de los más importantes de España. Gracias a él y a las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro (que se celebran también en la primavera) en Almería disfrutamos todos los años de una programación teatral de gran calidad, que nos hace olvidar durante unos meses nuestro habitual aislamiento. Ojalá que ambos vayan a más.

Los que consideran que el teatro es una antigualla que no sobrevivirá a la narración cinematográfica disfrutan ahora también del primer Festival Internacional de Cortometrajes Almería en corto. Incomprensiblemente, el certamen estuvo a punto de desaparecer el año pasado tras cinco exitosas y multitudinarias ediciones. Que cuesta mucho dinero, se quejaban. Pues claro; las cosas bien hechas no son baratas, pero merecen la pena. Y siempre es mejor gastarse el presupuesto en un buen certamen de cine que en honores a la patrona. Por fortuna, la Diputación de Almería tomó la acertada decisión de apoyarlo y de imprimirle a partir de este año carácter internacional. A ver si no se arrepienten.

Por su pasado y por su condición actual, esta ciudad es un lugar muy apropiado para celebrar un encuentro de culturas mediterráneas como el que ha puesto en marcha por tercer año consecutivo la Consejería de Cultura del Ayuntamiento de Almería. La vapuleada imagen de esta tierra no se repara con quejas o con la invención de enemigos exteriores, sino con iniciativas como Alamar, cuya programación de este año está aun más cuidada que la del pasado. Lo único que se puede mejorar es la escasa publicidad que, no sé si por timidez o simple desinterés, se le da al Encuentro y a sus diferentes actividades. Son ganas de criticar. Alamar es una idea excelente y una obra social necesaria en los tiempos que corren: combate el rechazo irracional que producen ciertas culturas mediante el sensato procedimiento de mostrarlas. Que dure.

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