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Tribuna:REDEFINIR CATALUÑA
Tribuna
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Tiene 10 años y es puta

Estos días me pesa el bolígrafo del alma, como si fuera plomo y no el pequeño instrumento con el que anoto datos, cifras, informaciones. Levanto la cabeza del blanco y negro escrito y busco, por algún rincón no contaminado del cerebro, ese espacio en blanco, limpio de consciencia, libre de responsabilidad. Pero la consciencia es una puñetera compañera de viaje que, si se despierta a lo largo del camino, ya no deja de darle a una el coñazo, pinchando en donde más duele de la piel del corazón, en las zonas sensibles de la sensibilidad. Y entonces el alma duele como sólo puede doler el alma, con un dolor que grita, como si mordiera. Me muerde el dolor estos días, y cuando me he puesto a pensar en mi artículo de los sábados -'los sabaditos', que diría Ana María Matute-, buscando en los entresijos de la actualidad un buen tema de reflexión, dando vueltas al título genérico del redefinir este país nuestro, no he sido capaz de salir del dolor. Estoy escribiendo un libro para Intermón (con Plaza y Janés) sobre la infancia rota en el mundo, y la inmersión en las cifras del horror me tiene abducida, todas las antenas erizadas, todas las pieles convulsas. Cataluña..., su política, sus políticos, sus problemas... Pero los casi dos millones de niños que todos los años entran en los circuitos de la prostitución son también Cataluña. Lo son porque el mundo ya es el mundo, y nada nos es ajeno. Pero lo son aún más porque muchos de los clientes de esos niños son mis vecinos de casa, mis compatriotas, padres de familia impolutos, empresarios dinámicos y bien casados, colegas campechanos y bienpensantes, viajantes del mundo con aventura sexual incluida.

No hablo de la patología aberrante de la pedofilia, sino de algo más común, más bien llevado, hasta más comprensible. Hablo de ese amigo con dinero que de vez en cuando se va al Tercer Mundo a divertirse un rato, después de tanto trabajo, y casualmente liga como un loco, y siempre son muy jóvenes, y vete a saber si llegan a los 18, son tan creciditas en esos países, y tan promiscuas, y saben tanto, uno no va a preguntar más de la cuenta, al fin y al cabo les ayudamos a comer... Hablo de mi amigo, de tu amigo, de los miles de amigos que conforman un negocio de prostitución infantil que mueve miles de millones de dólares al año. Hablo de los 25.000 niños prostituidos en la República Dominicana y cuyos servicios son ofrecidos incluso por Internet. Hablo de los 2.000 niños en Bucarest que se venden por un dólar. Hablo de las 150.000 niñas nepalíes que Unicef calcula que se han enviado a los prostíbulos de la India. Vendidas, engañadas o hasta secuestradas, el tráfico llega a 7.000 niñas nepalíes anuales. No tienen más de ocho años cuando llegan a la India. Hablo del sida que coge la mayoría de ellas y que las inutiliza para el trabajo y... para la vida a partir de los 13 o 14. Hablo de una infancia prostituida cada vez a edad más trempana justamente por el miedo al sida de los turistas sexuales. Hablo de los beach boys de Sri Lanka, de las niñas de Costa Rica a 20 dólares el polvo, de los gitanos albaneses prostituidos en las calles griegas, de los prostíbulos de Bangkok y las calles de Manila, hablo de Manaos, con tantas niñas ofrecidas en los locales de alterne que ya es conocida como la Disneylandia del sexo, hablo de las peladitas de Panamá, de las estaciones de ferrocarril de Moscú, de las zonas turísticas de Marraquech, de las niñas de Boca Chica, de las de Kenia, de los niños de Hungría, a tres hamburguesas la pieza... Hablo de mis compatriotas, catalanes de pro, quizá hasta con moral en la maleta, que son sus clientes... Hablo de la prostitución infantil, que nunca, nunca, es voluntaria...

Si añado que algunos de esos mismos compatriotas, buena gente toda, en ese viajecito de trabajo con placer infantil incluido irán a visitar sus inversiones económicas, quizá en la industria textil de Pakistán o Tailandia, o en zonas mineras o..., y estarán satisfechos del buen rendimiento de sus niños-obreros... Si añado que África se muere de sida y contiene el ejército de niños huérfanos más grande la historia, pero mi amigo se dedica a viajecitos exóticos, un poco de desierto, un poco de pesca de altura, quizá un safari fotográfico... ¿Qué es África sino sólo un prospecto de agencia turística para viajantes con caràcter? Si añado que los niños-soldado combaten en todas las guerras del mundo, si...

El dolor muerde. Pero muerde aquí mismo, en nuestra tierra cristiana y límpia, aquí donde sólo un millar de niños se prostituyen. ¿Tantos?, ¡quién lo diría!, y donde la imagen de los niños obreros de principios del siglo XX ha desaparecido. Muerde aquí porque son nuestros amigos, nuestros maridos, nuestros jefes, nuestros colegas los que nutren las entrañas de los prostíbulos infantiles, allí donde la infancia es un sueño destruido. 'Sólo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente'. Suena la canción en el eco de los remordimientos, y quizá mi amigo ama su ritmo y su cantante, pero no sabe que va con él la cosa, que es a él a quien apela.

Digo aquí y ahora que la prostitución infantil aumenta a velocidad macabra, y lo hace porque queremos, porque nos servimos de esas niñas con nuestras visas oro, nuestra opulencia y nuestra indiferencia. Digo que aumenta la muerte infantil porque el sida ha convertido África en un desierto de madres muertas e hijos huérfanos y enfermos. Digo que la esclavitud infantil está soportando las grandes cuentas de explotación de las familias más importantes del mundo importante. Y que crece. Y digo que todo pasa allí, lejos de casa, porque en casa queremos que pase.

Digo que mi amigo, que se va al Tercer Mundo de vez en cuando y vuelve tan limpio y tan moral como se fue, no es mi amigo. Es el cliente de la vergüenza, el motor que arranca de cuajo la infancia de un niño. Digo que uno de ustedes, lector, es él. Y a lo mejor ni lo sabe. 'Parecen tan mayores así pintadas, y son tan promiscuas...'

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Pilar Rahola, es escritora y periodista. Pilarrahola@hotmail.com

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