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Una brecha en el futuro

Desde hoy y hasta el día 9 de junio, 'los espectadores inquietos', tal como los reclama Magda Puyo -directora de la 33ª edición de Sitges Teatre Internacional-, tendrán ocasión de descubrir algunas parcelas de la creación contemporánea. No se trata de espectáculos de gran formato, ni de, por lo general, grandes nombres, pero sí de montajes claramente escorados hacia las últimas tendencias y llevados a escena por creadores consolidados, aunque también emergentes, del teatro catalán. El grueso de las actuaciones se concentra en los dos fines de semana que abarca el festival.

Pueden destacarse algunos espectáculos de especial interés, entre ellos los que dan a Sitges su condición de festival internacional. Entre éstos se cuentan el de los británicos Station House Opera, Roadmetal sweetbread, que combina el vídeo con la presencia física de los actores. También My movements are alone like streetdogs, coreografía de Jan Fabre con la compañía belga Troubleyn, que se estrenó en el festival de Aviñón de 2000 y ha recorrido media Europa. El Royal Court Theatre presenta 4.48 Psychosis, de Sarah Kane.

La panorámica internacional se cierra con las producciones de los italianos Laboratorio Teatro Settimo -A de Srebrenica, un montaje sobre la guerra de Bosnia-, del argentino Javier Daulte -un autor de interés que en esta ocasión presenta Gore-, y de la brasileña Elisa Lucinda -Euteamo, semelhante, un recital de poesía interpretada.

Con todo, y más que los espectáculos internacionales, este festival lo definen los montajes que ha coproducido. Son espectáculos de riesgo, esencialmente porque apuestan por una estética innovadora. Atrás los ojos, de Mal Pelo, una de las compañías más interesantes del panorama catalán, es la producción de danza contemporánea con la que hoy, a las ocho de la tarde, empieza el festival. Entre los espectáculos más interesantes de este apartado hay que destacar L'enfonsament del Titànic, a partir del espléndido texto de Hans Magnus Enzensberger, llevado a escena por Rafel Durán; Estamos un poco perplejos, de la compañía La Vuelta, que el año pasado triunfó con K.O.S.; Les filles de King Kong, de la autora alemana Theresia Walser y dirigido por Ana Silvestre; y Libera me, de Yehoshua Sobol, llevado a escena por Franco di Francescoantonio. Completan este apartado Dies meravellosos, de Antonio Morcillo, y Niederungen, de Ricard Gázquez y Anabel Moreno.

Entre las creaciones invitadas, una oferta que cubre un abanico de estéticas. Desde el teatro tecnológico de Dogon Efff -Éssers telemàtics (i jo)- a teatro de texto como el de Gerard Vázquez -El somriure del guanyador-, a la danza con un fuerte componente teatral como la de Las Malqueridas -Salomé- y al teatro interdisciplinar de Semolina Tomic -From bondage to freedom, V Part-, entre otras propuestas. El evento de Sitges se completa con el Cicle Endansa y un ciclo de lecturas dramatizadas.

No se trata de un festival de certezas, sino de apuestas y, en general, son pocos los espectáculos ante los que cabe asegurar su calidad de antemano. Lo que se busca es, sin embargo, la innovación, abrir una brecha en el futuro, y el futuro es ciego.

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