Corredores
No sé si mi cardiólogo habrá asistido al X Simposio Internacional de Cardiopatía Isquémica celebrado la pasada semana en Bilbao, pero de lo que sí estoy seguro es de que andará más que mosqueado por no haberme visto el pelo en los últimos meses. Y el caso es que tiene toda la razón, ya que me hizo prometerle dos o tres visitas al año para un simple chequeo y, de paso, despacharnos a gusto hablando de cosas tan banales como el corazón y la vida. Para su tranquilidad y mi consuelo le diré desde aquí que no he dejado de tomar ni un solo día las preceptivas píldoras, algunas veces contemplo el amanecer desde mi bicicleta estática y, además, me ajusto lo que puedo a una alimentación saludable y baja en calorías. También sigo con interés todo lo que se publica sobre nuevas técnicas y diagnósticos cardiovasculares con el fin de estar bien informado. Lo último que he leído, por ejemplo, lo expuso el doctor Roberto Elosua en el citado congreso. Este notable médico que trabaja en el Instituto Municipal de Investigación Médica de Barcelona dijo que 'en España se podría prevenir el 40% de los casos de infarto si se erradicara el tabaquismo y se promocionara la actividad física'. Está bien, pero, sin querer pasarme de listo, eso de mandar al carajo el cigarrillo y dedicar una porción de la jornada a mover las piernas es algo que aparece en cualquier manual de supervivencia. Lo que no me podía figurar era lo sensibilizada que está la ciudadanía con advertencias así. La mayoría de mis amigos, por ejemplo, han dejado de fumar. Los gimnasios están a tope y, por si fuera poco, hace dos tardes, cuando quise perderme por esas serranías del interior que se ponen tan hermosas al oscurecer, tras coger el coche y comenzar a escalar sobre mis cuatro ruedas, me crucé con corredores de fondo ocasionales, humeantes de sudor, que, solos o en pareja, bajaban a ritmo de zancada de aquellas soledades. Les envidié la voluntad, vale, pero también me molestó esa invasión de espacios vírgenes, tan míos a veces. Consiguieron además que me acordara de mi cardiólogo y se aguó la posibilidad de escribir un poema frente al crepúsculo, precisamente ahora que tengo el corazón pidiendo que lo habiten.
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