Las maneras del orden
Hace ya algunos meses un grupo de alcaldes y concejales, así como expertos en seguridad ciudadana de diversos municipios de Europa, participamos, en Nápoles, en la Conferencia europea de Ciudades en prevención y seguridad. Las conclusiones manifestadas en varios documentos de trabajo, algunas de las cuales quedan reflejadas en este artículo, hacían una llamada a trabajar desde la Seguridad Ciudadana, también por una mejor calidad de vida de los ciudadanos.
Queremos unas ciudades de calidad, activas, seguras, ciudades que sean propicias a la armonía del desarrollo. La inseguridad y el sentimiento de inseguridad, el sentimiento de abandono, la violencia, pueden comprometer de manera grave y duradera el desarrollo y la renovación de las ciudades modernas.
Tenemos un desafío delante que consiste en garantizar una seguridad legítima para uno mismo y los demás, para la familia, el vecindario, la comunidad, la ciudad. La lucha contra la delincuencia no debe conducir a conductas fanáticas, racistas o prácticas discriminatorias, y por ello a la elección de chivos expiatorios en aquellos grupos más vulnerables: los jóvenes, los drogodependientes, los inmigrantes... esto nos llevaría a la fragmentación de las ciudades.
Nuestras ciudades, son heterogéneas y las diferentes formas de vivir de unos y otros pueden entrar en tensión. Esta diversidad es nuestra riqueza, y los eventuales conflictos deben encontrar su solución en las políticas de prevención y de inclusión social. Queremos unas ciudades hospitalarias con todos y para todos.
Los problemas de inmigración no pueden ser resueltos mediante la criminalización o el rechazo a la diversidad. Tienen que establecerse reglas claras de admisión para los extranjeros, combatiendo la inmigración clandestina, enfocando y centrándonos en la lucha contra las redes criminales que organizan el tráfico con redes humanas.
Nuestras ciudades deben convertirse en ciudades Educadoras. Desarrollar una educación de la legalidad y solidaridad, capaz de transformar la violencia en tolerancia hacia los demás.
Las ciudades tienen que trabajar para la seguridad desde los principios de desarrollo sostenible, y permitir el acceso a todos los bienes comunes para favorecer la inclusión social. Educación, justicia, sanidad, calidad del medio ambiente. La seguridad ciudadana también es un bien común.
Desde las ciudades tenemos que fomentar políticas de prevención. Las políticas de seguridad son primero y ante todo políticas de prevención, de multiplicación de los servicios y de reducción de los riesgos. Estas acciones necesitan a todos los actores que intervienen en la vida diaria de la ciudad, los poderes públicos, económicos y sociales; también la familia, la escuela, la calle, los espacios públicos, a la sociedad civil en definitiva.
El Partido Popular quiere introducirnos en el debate de: menos tolerancia, más prisiones (en este primer trimestre del año han ingresado mas de 1.000 reclusos; diez veces mas que en los últimos cinco años de la década anterior. España era ya en septiembre de 2000 el segundo país del UE con mas presos), mayores penas. Sin perjuicio del estudio puntual de estas medidas, la cuestión debemos plantearla desde el punto de vista cualitativo. Una mejor policía, y una mayor y mejor coordinación entre las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, mejores prisiones, penas o medidas sustitutivas más eficaces.
No podemos olvidar que no se cubren las plantillas de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, y que curiosamente, desde que gobierna el PP, se ha duplicado los efectivos de la seguridad privada.
La calidad de vida en nuestras ciudades no se consigue solo aplicando el derecho penal y la represión sino principalmente desde la prevención, desde el abordaje de las causas y no solo desde los efectos.
El sistema policial español debe abordar el reto de actuar en un proceso decidido, de descentralización. Las policías locales y autonómicas deben de aumentar su cometido y competencias -son la auténtica policía de proximidad- tanto a nivel preventivo como de investigación de la pequeña delincuencia de las personas y la propiedad en nuestras ciudades.
Sin la reorganización de la policía estatal, la mejora de sus retribuciones, de sus medios, la especialización en la tipología de delitos o también en la persecución de la delincuencia organizada, difícilmente mejoraremos en la eficacia y eficiencia de la actividad policial.
Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado deben acomodarse a no trabajar solas, a actuar en coordinación no solo entre ellas sino con el resto de instituciones, municipales (ampliar las competencias de los alcaldes y las Juntas Locales de Seguridad), autonómicas y europeas. Nos falta en este país todo un desarrollo legislativo (que sí que existe en educación o salud) que defina la seguridad, su contenido y el nivel de prestación que pueden exigir los ciudadanos.
En nuestras ciudades hay que darle un nuevo papel a la policía local, pues en los últimos meses están sometidas a un sobre esfuerzo en su tarea diaria, asumiendo competencias que no les corresponden, y así compensar el déficit de efectivos que padecen las policías del estado. De este modo la policía local no puede afrontar las nuevas demandas y continuar con las actividades que sí les son propias.
Son abundantes, pues, las cuestiones sobre las cuales los socialistas vamos a plantear alternativas en los próximos meses, para que la seguridad pública, sea de verdad pública para todos los ciudadanos. Vamos a dar a conocer una política de seguridad integral, que parta de la realidad municipal de nuestras ciudades, y que potencie una política de planificación, coordinación y prevención multidisciplinar para transformar y crear unas ciudades más integradas y cohesionadas.
Josep Mª Ángel es alcalde de L'Eliana.
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