La ley artística de extranjería
Extranjeros. Los otros artistas españoles reúne medio centenar de obras de 34 artistas diferentes, todos ellos marcados por el patrón, siendo originalmente extranjeros, de haber residido en nuestro país. José María Parreño, subdirector del museo segoviano y comisario de la presente exposición, ha acotado el marco temporal de la misma, incluyendo a quienes afluyeron a España a partir de 1950, lo que supone que algunos ya hayan muerto, como Will Faber, Washington Barcala, Lucebert, Zóbel, Yves Klein, Alberto Greco, Wolf Vostell o Mati Klarwein, aunque la mayoría sigan hoy en activo y muchos continúen residiendo en nuestro país. En todo caso, que el más añoso sea Faber, que nació en 1901 y, que, por tanto, de vivir, sería actualmente centenario, y que la más joven, Laura Lío, lo haya hecho en 1967, añade más precisión a las anteriores coordenadas temporales.
EXTRANJEROS. LOS OTROS ARTISTAS ESPAÑOLES
Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente Plazuela de las Bellas Artes Segovia. Hasta el 15 de septiembre
El interés de los artistas extranjeros por visitar y residir en España se remonta a principios del siglo XIX, cuando nuestro país se puso de moda gracias a los románticos, fascinados por todo lo que en él había de pintoresco, exótico y atávico, justo lo que hasta entonces había suscitado unánime rechazo internacional. Nada de lo que por aquí ocurrió después, incluso lo desagradable y peligroso, disuadió a las sucesivas generaciones de curiosos y artistas posteriores a, por lo menos, girar una visita por el que seguían considerando un país y una tierra excepcionales. En este sentido, España ya nunca pudo aislarse del exterior, ni siquiera durante las peores circunstancias. Ciertamente, no se puede obviar este background cuando se aborda un tema como el de la presente exposición, aunque las cosas hayan cambiado notablemente al respecto durante la última mitad del siglo, y, sobre todo, cuando 'lo extranjero' hoy se recargue con problemas y perspectivas nuevos. En relación con esto último, no sólo hay que tener en cuenta el acuciante problema de la inmigración, que también ha invadido el terreno artístico a través del así llamado 'multiculturalismo', sino la reorganización de las señas de identidad en el seno de las nuevas estructuras políticas -la Unión Europea, por ejemplo- o, en general, la tan cacareada globalización. Sea como sea, el hondo mestizaje cultural que determinó la historia de España, su retraso y aislamiento traumáticos a comienzos de nuestra era contemporánea y el vertiginoso cambio acaecido durante el último cuarto de siglo, hacen que este asunto cobre una significación peculiar analizado desde nuestro país.
Ciertamente, al no haber sido lineal el transcurso del tiempo en España durante la segunda mitad del XX, con dos momentos muy diferentes en cada mitad del periodo, los del franquismo y la democracia, las razones, actitudes y formas de vida de los artistas extranjeros que nos han visitado han sido muy diversas. En cualquier caso, las procedencias de estos extranjeros, por lo menos entre los seleccionados en la muestra, nos producen, de entrada, cierta sorpresa, porque, contra lo que cabría esperar, hay más de países ajenos a la comunidad iberoamericana, lo que nos avisa que el peso de la tradición se aligera y se transforma con progresión vertiginosa. Esto mismo refuerza vicariamente el interés artístico de esta convocatoria, porque la amalgama generada posee mayor fuerza significativa cuanto más heteróclitos sean sus elementos. Es evidente que el cosmopolitismo connatural a la vanguardia triunfante en la segunda mitad del XX y el desarrollo de la tecnología informativa han sido un cauce y un acicate para que esta realidad multicultural se haya impuesto de la forma que lo ha hecho, salvando toda clase de fronteras políticas nacionales; pero saber la causa no le resta curiosidad a la contemplación del hecho en sí. Por otra parte, el artista que elige cambiar de país se obliga a un mayor esfuerzo comparativo, lo que casi siempre es reflejo de tener una personalidad más singular y, no pocas veces, una mayor intensidad artística. En este sentido, si hiciéramos un repaso de los artistas presentes en la actual exposición, nos encontraríamos que la gran mayoría han acreditado, y así les ha sido reconocido, estas cualidades, que, no obstante, no reducen a esto su interés. Algunos de estos extranjeros, por ejemplo, no se han limitado sólo a residir físicamente en nuestro país, sino que esta residencia les ha cambiado a ellos o ellos mismos han ejercido una influencia determinante en el arte de los locales, cuando no ambas cosas a la vez.
Por lo demás, como la selección del comisario ha sido muy competente, el resultado de lo que se contempla en la exposición es brillante de por sí. Dada, no obstante, la amplitud y la variedad de los representados es imposible glosar la afirmación anterior ilustrándola con ejemplos concretos. De todas formas, lo que vemos aquí es inseparable del apasionante trasfondo que lo sostiene, lo que convierte a esta iniciativa no sólo en la descripción afortunada de una realidad actual, sino en una premonición del mundo cultural de nuestro futuro inmediato. Hay, por tanto, en Extranjeros, los otros españoles más enjundia que la que cabe explicar con cuatro trazos, algo que se puede decir de muy pocas muestras artísticas hoy.
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