Esa amiga que toca en un grupo

De forma improvisada, a la afamada cantante canadiense Alanis Morrissette y a sus músicos les apeteció, a su paso por España, hacer un concierto, y en apenas veinticuatro horas se buscaron sala e instrumentos.

A tope de volumen y acoples -lo cual no quiere decir que sea malo, si conviene al modo de expresión del correspondiente intérprete, y en este caso lo era- hizo su espectacular entrada la cantante al escenario, apabullando desde el primer compás con una banda de músicos que tocaban como si estuvieran en el local de ensayo y absolutamente enrollados en su tarea.

Con un batería a punto de partir los parches y las guitarras enfrentándose al delirio de sonido que provocan los escenarios pequeños cuando los amplificadores están a nivel de bramido, Alanis Morrissette hizo un corto, aunque muy interesante, pase de doce canciones pertenecientes a todas las épocas de su carrera, ante un público absolutamente rendido a su peculiar manera de hacer.

Exultante

Un público que no paró de lanzarle piropos a la intérprete y de vociferar las letras de temas suyos tan conocidos como All I really want, Ironic o You oughta know. Alanis Morrissette se mostró exultante y tremendamente convincente en las distancias cortas; quizá mucho más que en recintos multitudinarios.

Además, la cantante canadiense exhibió ir estupendamente de voz tanto en los temas más duros como en los más leves, y eso sin dejar de agitar una melena inacabable y de sonreír sin parar de esa manera tan próxima y campechana, como si fuese amiga cercana de todos los asistentes; Morrissette es amiga que toca en un grupo y que tiene todo el mundo.

Como símbolo de las mujeres que se instalaron en el pop a mediados de la década pasada, Alanis Morrissette sigue teniendo un tirón de audiencia que, de momento, maquilla algunos de sus puntos flojos, como es cierta tendencia a repetirse.