Un manojo de nervios
Luguillano es un manojo de nervios y así es muy difícil hacer el buen toreo a pesar de que se tenga la cabeza llena de cualidades. Luguillano olvida aquel refrán de que 'las prisas, para los delincuentes y los malos toreros', dicho sea sin ánimo de ofender.
Lo cierto es que, en primer lugar, le tocó en suerte un noble y encastado toro para haberle cortado las orejas y se las llevó al desolladero. El toro, naturalmente.
Claro, que ni tan nervioso pero tampoco tan desangelado como Pepín Jiménez, que parece que venía a un funeral. No es que el hombre sea de natural sonriente, pero la tristeza en la cara sabe a desconfianza. Y un poco desconfiado ante el toro sí que es Pepín.
Y puestos a poner pegas, la mirada perdida, la sensación de abatimiento y de inseguridad que transmitió José Luis Bote no son un buen pasaporte para el triunfo.
Valdefresno / Jiménez, Bote y Luguillano
Toros de Valdefresno-Fraile Mazas (el 2º, devuelto por inválido y sustituído por otro del mismo hierro), bien presentados, bravos, blandos y nobles; el 3º, encastado. Pepín Jiménez: pinchazo, bajonazo y un descabello (silencio); pinchazo y bajonazo (vuelta con alguna protesta). José Luis Bote: pinchazo y gran estocada perdiendo la muleta (silencio); tres pinchazos, bajonazo, -aviso-, y un descabello (silencio). David Luguillano: media y tres descabellos (vuelta con protestas); estocada perdiendo la muleta (oreja). Vicente Yangüez El Chano, de la cuadrilla de José Luis Bote, saludó montera en mano tras parear al quinto. Plaza de Las Ventas, 19 de mayo. 8ª corrida de feria. Lleno.
Y conste que los toros eran bravos, blandos y nobles, que ofrecían las orejas en bandeja. Pues, nada, la tarde fue un quiero y no puedo, una pincelada y un borrón, un olé y una decepción.
Nadie le puede negar a Luguillano su decisión, pero lo extraño es que nadie le recomiende serenidad. Despacio, hay que torear despacio y no como si en lugar de recibir un aviso se fuera a acabar el mundo. Más delito si, encima, sabe torear, como demostró con la muleta ante su primero en un comienzo por bajo profundo y largo. El toro, codicioso, se arrancó de lejos y ahí se sucedieron dos cortas tandas de rendondos acelerados, nerviosos e intensos. Siguió con la misma mano igualmente alocado; un natural largo después, ayudados por bajo y un bonito cambio de manos. Visto y no visto. ¡Qué prisas! Más despacio en el sexto, con menos fuelle el toro, y algún pase de buena factura.
Jiménez, muy desangelado y precavido ante su primero. Pero como posee una muñeca privilegiada, toreó al cuarto, un auténtico bombón, con elegancia y empaque por la derecha, y algunos redondos tuvieron gracia, hondura y ceñimiento. Una tanda más por el mismo lado que abrochó con un precioso pase de la firma.Probó por la izquierda y desistió al primer encuentro.
Bote tuvo peor suerte en el sorteo, pero él fue su peor enemigo. Dio la impresión de no estar en condiciones físicas ni mentales, a pesar del cariño que recibió del público. Muy frágil y con pocos recursos, fue la viva imagen de la derrota.
Hubo toros bravos y nobles, toreros artistas y necesitados, y desaliento final. ¿Es o no es un misterio?
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