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Columna
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El amuleto

La editorial Taurus acaba de publicar un libro gordo de un profesor alemán llamado Dietrich Schwanitz que lleva por título La cultura. Es decir, no lleva por título esta doctrina o la contraria, esa disciplina o su consecuente, una parte de la historia de la humanidad, sino que lo comprende todo. Lo comprende todo y no al modo de la enciclopedia que tenía por objeto encerrar en un tratado la inmensidad de la realidad. Este libro del profesor alemán lo que busca confinar entre sus tapas es 'la cultura'. Fuera del libro se hallaría la no cultura, la incultura o la cultura de masas que no viene incluida en el sumario. Este libro se dedica, en fin, a la cultura-culta o bien, a la cultura que se ha ido disgregando de nuestra contemporaneidad y va alejándose de nosotros como un cosmos del saber (sobre Schiller, sobre Shopenhauer, sobre Velázquez, sobre Homero) que ya no sirven para nada. Se trata de un libro en cuyo subtítulo se dice 'Todo lo que hay que saber'. Pero saber ¿para qué? Prácticamente el cien por cien de los conocimientos que se encuentran en esas páginas no sirven para encontrar hoy un trabajo, para triunfar en televisión o para tener un Porsche. En realidad sólo sirven para ser algo culto o, lo que antes era lo mismo, para acceder a una fuente de placer interior. Pero ¿una fuente de placer interior? ¿No es eso demasiado rancio y pesado?

El libro vale para recibir aquello que no se logró aprender en la enseñanza ni tampoco después cuando ya habían nacido los niños y transmitían partidos en la televisión. Vale para recuperar un pasado perdido o en suma sirve, como pasa con la ecología, para preservar una naturaleza que no va a volver. El libro es un tomo y un testamento. El libro de una cultura que ha dejado de ser, compendiada desde Tolstoy a Adam Smith, desde Kant a Giambattista Vico. Todo ello constituye la base de lo que somos pero ¿a quién interesa hoy lo pasado y, menos, qué cosa somos? Solamente a unos pocos chalados, que no quieren perecer de actualidad, alimentados por un telepizza y un vídeo pirata de Britney Spears. Por si acaso, hasta un millón de lectores han comprado ese ejemplar en Alemania. Por si acaso no fuera un milagroso amuleto o un conjuro de la antigüedad.

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