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Crítica:NIÑOS | DÍAS DE OCIO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Abuelas, príncipes y ropa encantada animan la escena madrileña

Casi al final de la temporada llegan a la capital algunas novedades en la cartelera para público infantil, como los reestrenos de El príncipe Rana, en la sala SanPol, y Las manos de mi abuela, en la Casa de América, o la presentación en el Círculo de Bellas Artes del espectáculo de teatro de animación Con la ropa a toda popa.

Sobre poemas de Celia Viñas, la compañía vallisoletana Teloncillo basa el espectáculo Las manos de mi abuela, dedicado a público de entre tres y seis años. La obra incide sobre el papel de los abuelos en el aprendizaje en el hogar de los más pequeños. Memoria, serenidad y sabiduría dan carácter a esta figura familiar. A partir de poemas escritos en un lenguaje sencillo, una única actriz en escena (Ana Isabel Gallego) se acerca a las vivencias cotidianas de los niños.

Las manos de mi abuela

Casa de América (Recoletos, 2). 19 y 26 de mayo (12.00 y 17.00). El príncipe Rana. San Pol (plaza San Pol de Mar, s/n). Sábados y domingos, hasta el 9 de junio (18.00). Con la ropa a toda popa. Círculo de Bellas Artes (Marqués de Casa Riera, 2). Sábado (17.30) y domingo (12.30 y 17.30).

Dirigida por Ana María Boudeguer, El príncipe Rana es una versión musical del cuento de los hermanos Grimm. En clave de opereta, el montaje apuesta por la ternura, al mostrar cómo un simple beso puede cambiar la apariencia física de una persona. Cinco actores y actrices encarnan a los personajes del joven-rana, la princesa que sueña con su príncipe azul o la bruja-serpiente que siembra enredos.

La veterana compañía aragonesa PAI pasó hace algunas semanas por el Círculo de Bellas Artes, donde animó el Carnaval infantil. La buena acogida de su propuesta ha propiciado que vuelva su montaje Con la ropa a toda popa, que combina teatro con animación. Dos lavanderos tienen que lavar kilos de ropa, pero uno de ellos se entretiene porque los montones de ropa le 'cuentan' historias, que él a su vez relata al público. Para poder hacer esa gigantesca colada, los espectadores han de ayudar, lo que da pie a distintos juegos.

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