Termina la espera

La larga espera ha llegado a su fín. No se trata de desmerecer las 34 jornadas que han debido transcurrir para llegar hasta aquí, sino que esta sensación de haber vivido un mero calentamiento es consecuencia inevitable de un sistema de competición que para deleite de sus defensores y desesperación de sus críticos puede transformar (en lo que se refiere a la cuestión principal, el título de Liga) con un solo partido, ocho meses de competición en una mera anécdota. ¿Merece la pena tan largo y tortuoso camino? Desde luego que a efectos del primer vagón de la liga resulta discutible y es suficientemente evidente que para Barça, Unicaja, Real Madrid y Tau, la Liga comienza mañana y a falta de ver como se desarrollan los playoffs, no es aventurado afirmar que el orden de los factores no altera especialmente el producto. Pero también es cierto que con la última jornada de la temporada regular hay otra liga que sí echa el cerrojazo definitivo y otorga sin más dilación sus galardones. Es la de los equipos que tienen como gran objetivo meterse en la eliminatorias por el campeonato. Jabones Pardo y Caprabo Lleida se llevan las mejores notas. Lo de los de Fuenlabrada es para ponerles un monumento, y ya van varios. El presupuesto más bajo de toda la ACB vuelve a triunfar gracias a un técnico singular y emocionalmente involucrado en su trabajo hasta extremos insospechados, unos jugadores sin nombre pero con oficio, una afición inquebrantable y una destacable capacidad para aprovechar jugadores desaprovechados. Del Lleida bastaría decir que es un recién ascendido a la élite colado entre los mejores, pero en este caso hay que fijarse también en las formas. Un equipo que ha hecho 81 puntos por jornada, jugando con una frescura sorprendente para su bisoñez y en el que por fín ha podido dejado su impronta un base tan singular como es Victoriano. Su éxito ha sido el fracaso del TDK Joventut, que al final paga la poca consistencia que ha tenido cuando sus rivales no son de pedigrí. Al menos los badaloneses han frenado su caída al vacío de los últimos años y es de desear que su hasta hace bien poco convulsionada sociedad cuente con la tranquilidad suficiente para seguir construyendo un proyecto más acorde con su historia.

Existe una tercera competición que tiene como única recompensa (que no es poco) el poder seguir en la máxima competición nacional. Esta vez poca tinta ha hecho correr, pocas emociones ha deparado. Cantabria y Gijón compraron todos los billetes para irse a la LEB hace ya una eternidad, por lo que el caso está más que cerrado.

Llegan los playoffs. Sólo hay que esperar que los mejores justifiquen el sistema de competición y hagan que la espera haya merecido la pena.