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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El ocaso de la endogamia universitaria

Una vez aprobada la Ley Orgánica de Universidades el pasado mes de diciembre, quizá sea el momento de reflexionar más pausadamente sobre las consecuencias que tendrá para las universidades españolas.

A mi juicio, uno de los cambios más importantes que introdujo la LOU, fue, sin duda, la nueva selección del profesorado, tanto de los docentes funcionarios, como de los docentes contratados.

Dentro del área de docentes funcionarios, la nueva Ley mantiene el concurso-oposición como forma de acceso a la función pública docente. Pero la novedad que incluye es la composición de los tribunales, que establece siete miembros de elección a sorteo a nivel nacional del cuerpo de Catedráticos o Titulares, dependiendo de la plaza ofertada, teniendo que reunir determinados méritos en docencia e investigación para poder formar parte de los tribunales.

De esta forma, se evita la creciente endogamia entre el profesorado universitario que estaba provocando la forma de proveer las plazas de funcionarios docentes que establecía la LRU de 1983, donde los tribunales estaban compuestos por cinco miembros, de los que dos eran designados por el Departamento o Área de Conocimiento de la universidad que convocaba la plaza. Esto llevó a que el 90% de las plazas fueran obtenidas por candidatos locales.

Asimismo, la LOU redefine y adecua las nuevas categorías de profesores contratados a las necesidades reales de planificación de plantilla de las universidades. Con la creación de la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación, también se garantiza más transparencia y objetividad en los criterios de selección de los docentes no funcionarios.

Es cierto que se ha endurecido el sistema de selección, como demuestra el hecho de que durante el año 2001 se convocaron más de 10.000 plazas de docentes universitarios, las mismas que entre 1997 y el año 2000. Sin embargo, no es menos cierto que en las manos de titulares y catedráticos está la formación humanística y académica de varias generaciones de jóvenes y sólo mediante procesos de objetividad en la selección del profesorado, podremos garantizar la calidad en la Enseñanza en los centros universitarios públicos españoles.

Y, evidentemente, de la calidad de la Enseñanza en el sistema universitario depende muy directamente el futuro de nuestro país. Se ha demostrado que en la sociedad actual, uno de los activos más importantes, sino el que más, es la capacitación y formación de los recursos humanos, el capital humano.

Desde esta perspectiva, no olvidando que estamos inmersos en un proceso imparable de integración en la UE, siendo una realidad la libre circulación de trabajadores, el sistema universitario español, como instrumento imprescindible de formación y transmisión de la cultura, tiene que adecuarse y responder a los parámetros de calidad universitaria que ofrecen a sus ciudadanos el resto de los países que componen la UE.

Si hiciéramos cualquier otra cosa, lo único que haríamos es engañar a los jóvenes universitarios, a la sociedad, y en definitiva, a nosotros mismos.

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