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Reportaje:

El 'mundial' del reformatorio Renasco

El seleccionador nacional, José Antonio Camacho, asiste a un torneo de fútbol jugado en centros de menores delincuentes

Los internos de los tres reformatorios de Puerta Bonita (Carabanchel) celebraron ayer su mundial de fútbol. Se trataba en realidad de la final de un torneo que estos menores autores de delitos graves han disputado desde abril con sus vecinos, los alumnos de unos talleres de cocina, jardinería y carpintería que también se ubican en Puerta Bonita. Pero, igual que el equipo de élite que competirá en junio en Japón y Corea, estos 50 jugadores contaron ayer con la presencia del seleccionador nacional, José Antonio Camacho, que acudió a entregarles los trofeos.

Camacho no fichó a nadie. Pero le gustó el brío con el que jugaron los dos equipos finalistas, el del reformatorio Renasco (donde se celebró la competición de ayer) y el del turno de tarde de los talleres. Tras un empate a seis goles, Renasco ganó por penaltis.

'Lo importante es que el entusiasmo que los chicos han puesto en el juego lo apliquen a su vida cuando salgan'

'Lo importante es que el entusiasmo que han puesto en el juego lo apliquen también a su vida cuando salgan de aquí', afirmaba el seleccionador, mientras algunos chavales le jaleaban: '¡Ánimo, que el Mundial es tuyo!'. 'El deporte tiene un papel importante en los programas de integración social de los jóvenes, porque ayuda a trabajar valores como la solidaridad', añadió Camacho.

Desde su llegada, en el segundo tiempo del partido, el que fuera jugador del Real Madrid no dejó de firmar autógrafos y posar en fotos. Quienes se lo pedían no eran sólo los chavales. También algunos educadores y personal de mantenimiento y cocinas se acercaron con el papel y el bolígrafo en ristre.

Los 50 muchachos que han participado en los cinco torneos celebrados recibieron un diploma. Y también hubo trofeos. En primer lugar quedó el equipo de Renasco; en segundo y tercero, los de los talleres de carpintería, cocina y jardinería; en cuarto, el del reformatorio El Madroño, y en quinto, el de Peñalara.

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El premio individual al mejor jugador fue para Y. G., un chaval marroquí de 17 años, muy delgado y de movimientos eléctricos que fue jaleado a lo largo de todo el partido. Lleva tres meses interno en Renasco por un robo y cuenta que le quedan otros dos meses para acabar de cumplir la medida de internamiento que le impuso el juez. 'Aquí todas las tardes jugamos al fútbol', subrayaba para explicar su destreza.

Y. G. está ahora en régimen semiabierto y acude a un taller de mecánica regentado por la Coordinadora de Barrios en San Fermín (Usera). También puede abandonar el centro los fines de semana para ver a su familia. Lo de arreglar motos le gusta. Pero más le gustaría vivir como su ídolo, Nourredine Naybet, defensa del Deportivo de La Coruña. 'Es el mejor y además es de mi tierra, donde se juega mucho al fútbol', decía ayer este chico nacido en Casablanca. Era su opinión. Otros preferían a Zidane o a Rivaldo.

Víctor García, coordinador de los reformatorios en el Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF), destacó que todo el campeonato se ha celebrado 'con muy buen ambiente, compañerismo y juego limpio'. Un educador de las aulas taller recordaba que en el primer partido del torneo hubo un gran despliegue de guardas jurados, 'pero han visto que no hacían falta tantos'.

'Lo que pretendemos con este campeonato es fomentar la convivencia de todos los centros de Puerta Bonita y, sobre todo, que los chicos en régimen cerrado realicen actividades con chavales de fuera', añadió García. Puerta Bonita es un gran recinto de la Comunidad compartido por varias residencias de ancianos, tres reformatorios, un instituto de secundaria, otro de formación audiovisual y aulas taller. 'La iniciativa ha tenido muy buena acogida por los chicos, han estado motivadísimos', concluyó el coordinador.

Estos tres reformatorios de Carabanchel (hay otros dos más: El Pinar, en Fuencarral, y Altamira, en San Blas) tienen ahora 45 internos, la mayoría de 17 años. El delito más común es el robo con violencia, aunque también hay cinco muchachos, tres en El Madroño y dos en Renasco, imputados en actos de terrorismo urbano o kale borroka (lucha callejera en euskera), que también han participado en el torneo (ayer mismo jugó uno). La Ley Penal del Menor establece que estos delitos se juzguen y penen en Madrid, pese a cometerse en Euskadi.

La mitad de los internos de estos centros son marroquíes, muchos de ellos chavales que han emigrado solos a Madrid cayendo en la marginación. La presencia de mujeres es minoritaria: sólo hay dos chicas, ambas en El Madroño. Así que el torneo femenino tendrá que esperar.

'Sin papeles no te puedes federar'

Redouane y Halid, de 17 y 18 años respectivamente, han jugado en este mundial de Carabanchel. A ambos les apasiona el fútbol, pero por ahora sólo pueden dedicarse a entrenar. No a competir. 'Como no tenemos el permiso de residencia porque todavía nos lo están tramitando, no nos dejan federarnos. Yo lo intenté en el club de Orcasitas, pero no pudo ser', explica Redouane, que emigró a Madrid por su cuenta desde su Tánger natal y vive en un centro para menores tutelados de la Comunidad. Mientras, aprende cocina en los talleres de garantía social de Puerta Bonita que han competido con los equipos de los reformatorios. Halid, que lleva dos años en España y aprende carpintería, cuenta que a él le pasa lo mismo.

La Federación de Fútbol de Madrid impide tramitar la ficha de un extranjero sin permiso de residencia a la Federación Española. Y, sin ficha, un jugador no puede salir al campo y participar en un partido de competición.

José Luis Gordo, director de los talleres a los que ambos acuden, dirigidos a la inserción laboral de chicos muy desfavorecidos, explica que casi la mitad de sus 109 alumnos procede de Marruecos y que son 'los más futboleros de todos'. Buena parte de ellos han emigrado solos. 'Les hacía mucha ilusión que viniera Camacho porque, salvo alguno que ha llegado a España hace muy poco, la mayoría sabe bien quién es', añade.

Los chavales esperaban que también se hubiera acercado al reformatorio Renasco algún jugador de la selección nacional. Algo difícil en las fechas previas a un mundial. 'Al menos podían habernos regalado camisetas', decían entre risas y blandiendo sus diplomas del torneo.

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