Art Spiegelman vuelve al cómic con una obra que arranca del 11-S
El autor de 'Maus' participa en el Salón del Cómic de Barcelona
En el cómic existe un antes y un después de Maus. Con esta crónica del holocausto basada en testimonios de familiares directos, Art Spiegelman cambió la visión de la historieta como mero entretenimiento evasivo. El autor estadounidense, que volverá al cómic con una historieta que arranca con el 11 de septiembre, llegó ayer a Barcelona como invitado especial del Salón del Cómic. Maus, que en 1992 obtuvo un Pulitzer especial, opta hoy al premio a la mejor obra extranjera por la edición completa que publicó el pasado año Planeta-DeAgostini. Norma Editorial y Muchnik Editores habían publicado la primera parte.
Spiegelman explicó ayer que realizó las dos partes de Maus con un esfuerzo que le impidió realizar una tercera continuación. 'Dibujar y escribir Maus fue como una enfermedad terminal a la que dediqué de seis a ocho años de mi vida para cada parte'. Spiegelman dice que ha tenido que convivir con muchas cosa de Maus que no le han gustado: 'Me he encontrado el libro en la sección de literatura judía. En otras ocasiones en la estantería de humor, porque así consideran muchos la historieta, y en otros casos, en el departamento infantil, porque todavía hay quien está convencido de que el cómic es terreno exclusivo de los niños. Esto me duele porque hice Maus para gente como yo, que entendiera de qué le estaba hablando'.
La historia de Maus la fue hilvanando con el relato del holocausto que le explicó su padre. 'Realmente no entendía exactamente lo que yo pretendía hacer y murió en 1982, antes de publicarse completa'. El cómic narra las vicisitudes de su familia en la II Guerra Mundial, parte de la cual pudo huir, pero otra sucumbió al terror nazi. El dibujante nació en Estocolmo en 1948, donde sus padres se habían establecido tras haber sobrevivido en los campos de exterminio.
En Maus, los judíos aparecen representados en la obra como ratones. 'Hitler se había referido a los judíos como unos roedores a los que había que exterminar'. Spiegelman afirma: 'El holocausto es un momento clave de la humanidad, pero se ha tendido a convertirlo en un hecho localista en la que parece que los judíos sólo tengan como interlocutores para hablar del tema a los alemanes, que es el otro pueblo al que le preocupa el genocidio'.
Spiegelman observa con cierta preocupación el conflicto árabe-israelí. 'Formo parte de un sector de judíos que en cierta manera aceptaba la diáspora. De hecho, después de la II Guerra Mundial se apostó por instalarse en un territorio que ya estaba ocupado por otro pueblo. De aquí el conflicto. Pienso que de regresar a algún sitio, los judíos tenían que haber ido a Alemania'. Spiegelman, sin embargo, tiene sobre este asunto sentimientos contradictorios, como los que cree que afectan a quienes se encuentran en Israel. 'Es la propia contradicción', dijo.
Tras un periodo de descanso del cómic, en el que Spiegelman ha realizado numerosas ilustraciones para el New Yorker, el autor se encuentra de regreso a la historieta con una obra que tiene su punto de arranque en los hechos del 11 de septiembre. Para una guía de televisión, el dibujante creó una tira en la que en la primera viñeta podía contemplarse a una familia media norteamericana frente al televisor. Un calendario indicaba la fecha del 10 de septiembre de 2001. En la segunda viñeta, la fecha era el 11 y la familia aparecía con los ojos fuera de su órbita y con el cabello erizado. En la ultima viñeta, en vez de un calendario había una bandera estadounidense, los ojos habían vuelto a su sitio, pero el cabello seguía electrizado. 'Es la manera de expresar que todavía ahora se vive con cierto temor'.
Spìegelman, cuyo domicilio se encuentra a pocas manzanas de donde se elevaban las Torres Gemelas, explicó que tras el atentado todo Estados Unidos se sintió muy cerca de Nueva York. 'El resto del país nos empezó a ver como uno de los suyos. Pero con el tiempo han regresado las diferencias y vuelven a ser dos mundos distintos'. El dibujante opina que la normalidad en su país es directamente proporcional a la distancia que uno viva de la zona cero.
A partir de la tira ya aparecida, Spiegelman empezó a publicar una serie de páginas en un periódico alemán cuyo desarrollo todavía ignora. 'Lo que me importa ahora es el proceso. Pienso lo mismo que Miles Davis cuando le preguntaban qué pretendía con su música; él decía que primero le escucharan y luego, ya se explicaría'.
Spiegelman, cuya obra ha sido expuesta en el MOMA, considera que aún existe un desnivel de consideración entre lo que se considera alta cultura -un cuadro- y baja cultura -un tebeo-, pero cree que el sentimiento artístico de un creador es el mismo tanto si se hace un tebeo como una pintura. 'El arte es el proceso mediante el cual una persona expresa su sensibilidad única e intenta transmitirla a los demás. Y esto puede hacerse tanto con un tatuaje como con una historieta'.
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