Asesinado a tiros el líder de la ultraderecha holandesa

Fortuyn sorprendió a todos el pasado 6 de marzo al obtener el 30% de los votos en las elecciones municipales celebradas en Rotterdam. Los sondeos le otorgaban un 17% para los comicios legislativos del 15 de mayo. El crimen conmocionó a Holanda, un país cuya historia moderna jamás había vivido un hecho semejante. 'Es una tragedia', declaró el primer ministro, el socialdemócrata Wim Kok. 'Las diferencias se pueden dirimir con palabras, pero no con balas', añadió. Al igual que Kok, todos los líderes políticos se declararon consternados, y la campaña electoral quedó suspendida.

Fortuyn acababa de conceder una entrevista a una radio en Hilversum, al sureste de Amsterdam, y se dirigía a su coche cuando un desconocido le descerrajó seis tiros en la cabeza, el cuello y el tórax. Su chófer intentó sin éxito retener al asesino. Los servicios médicos trataron de reanimar a Fortuyn durante una hora, pero fue en vano.

El líder ultraderechista no tenía escolta, pese a que había recibido muchas amenazas de muerte. Por ello, había solicitado protección policial. Harry Mens, amigo personal del político, contó que Fortuyn no tenía intención de regresar anoche a su casa de Rotterdam por miedo a un atentado, ya que ayer por la mañana volvió a recibir amenazas.

Fortuyn, homosexual militante, denostaba a los árabes y defendía el cierre de fronteras para acabar con la inmigración. Su lema de campaña era: 'Holanda está llena'.