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VISTO / OÍDO
Columna
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La izquierdadel mes que viene

Sabremos en las elecciones francesas de junio qué ha sido de la izquierda después del domingo de Chirac. Habrá de elegirse la Cámara de Diputados y saldrá el nombre y el partido del jefe de Gobierno que tendrá que cohabitar, según el término francés -en España lo habitual es que se refieran al hombre y la mujer que tengan la suerte de acostarse juntos; la Academia dice 'que hagan vida marital', que no es lo mismo-, con el presidente; la Constitución que hizo De Gaulle para él era presidencialista, y ahora es sólo rara.

Estos dictadores que hacen una democracia a su medida no saben lo que dejan detrás. O no les importa. De Gaulle perdió su dictadura en un referéndum; Chirac ha ganado la suya por el hundimiento de su cohabitante de la izquierda, Jospin; se podría hacer el pronóstico de que tras la jornada de ayer será la derecha clásica la que gane las legislativas y la nueva cohabitación ser una luna de miel entre los que compartan el poder. Parece lógico: por eso puede no salir. Como hay bastantes lógicas en el mundo de hoy -lo cual quiere decir que no hay ninguna, como pasa con la ética, la moral, la democracia- se puede hacer el pronóstico contrario: la izquierda, dolida por haber dejado caer a Jospin para siempre, puede reaccionar. Yo podría hacer un pronóstico del pasado: la verdadera izquierda no tenía que haber votado ayer a Chirac: dejar que las dos derechas se batieran entre sí. Al grito de 'que viene el lobo', Le Pen produce estos sustos en los pastores: y el lobo no hubiera llegado y la izquierda se hubiera quedado en su sitio. Si es que lo tiene.

Ésta es una reflexión de español, sobre todo, de español que ha visto sus izquierdas camuflarse ante el grito de que viene el lobo. El lobo del terrorismo, el lobo EE UU. Me pregunto qué hubiera sido de la transición si los comunistas no hubieran aceptado los pactos para legalizarse, si los socialistas no hubieran tenido que sacar de sus filas los compañeros y las ideologías de 1936. Es decir, quedarse en la oposición republicana, social y socialista y gobernar desde ella. Estas ucronías distraen un poco, pero no son eficaces. Para Francia ya es tarde. Le queda un mes para rehacerse: poco tiempo. Si no verá su país salvarse de Le Pen para caer en Berlusconi. O en Aznar.

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