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PERSONAJES

Las desgracias de Ullrich

El ciclista alemán, lesionado en una rodilla, dio positivo en un control de alcoholemia tras provocar un accidente

Carlos Arribas

A dos meses del comienzo del Tour, la carrera que le ha hecho grande, Jan Ullrich es noticia. Y para no romper la tendencia de los últimos años, noticia negativa. Los pasados inviernos, los que siguieron a su extraordinario triunfo en el Tour de 1997, los problemas que debía afrontar el ciclista alemán, de 28 años, eran de peso sin más. Ullrich estaba gordo, no se entrenaba lo suficiente y tenía que afrontar a toda velocidad, quemando etapas, la preparación definitiva para el Tour. A ello, al sobrepeso, a su gusto por las chocolatinas, se achacaba año tras año los fracasos de Ullrich en el Tour, si fracaso se puede llamar a la repetición de segundos puestos (1996, 1998, 2000 y 2001) acumulada por el pelirrojo de Rostock en la gran carrera francesa. Lo de este año tiene menos peso, en teoría, pero es más grave.

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Lo de este año son dos asuntos que, de entrada, le han privado del Giro y pueden dejarle fuera del Tour a él, al único rival digno de ese nombre que puede pensar el norteamericano Lance Armstrong, ganador de los últimos tres Tours. El primer asunto es una insidiosa lesión de rodilla, una tendinitis tenaz, que ha retrasado su debú en la temporada hasta finales de este mes, hasta la Vuelta a Baviera (del 22 al 26). Ullrich, corredor de fuerza, hombre de potencia, se resiente cada vez que fuerza la máquina, lo que, además, justifica su genética tendencia al abandono, a pasar de entrenarse los meses duros.

La segunda desgracia de Ullrich esta pretemporada es más polémica. El pasado martes, por la noche, en el centro de Friburgo, en cuya universidad trabaja el equipo científico médico del Telekom, tuvo un accidente cuando, en compañía de dos chicas y otro ciclista, el pistard Eyk Pokorny, perdió el control de su Porsche 911 y destrozó unas bicicletas aparcadas. 'Luego hice una estupidez', reconoció el corredor: huir del lugar del siniestro.

Ullrich confesó que había tomado unos vinos cenando. Su equipo lo confirmó y la prensa alemana empezó a presionar. Ullrich se quedó sin carné de conducir.

Ayer su equipo amplió la noticia. La tasa de alcohol en sangre del ciclista era de 1,4 o 1,5, informó un portavoz, que añadió que los dirigentes del Telekom están muy enfadados. 'La próxima semana hablaré seriamente con Jan', dijo Walter Godefroot, el director del equipo.

'Asumo toda la responsabilidad', dice Ullrich; 'por lo menos no ha habido heridos, y, claro, pagaré los desperfectos, unos 1.700 euros'.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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