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Peiró y la espalda del pelirrojo

A estas alturas y una vez desplegado su amplio arsenal de espionaje, Rafa Benítez se sabrá de memoria todos los rincones del Málaga, hasta el último detalle. Y habrá trazado un plan minucioso con el que contrarrestarlos. Pero hay uno, que se cuece en el corazón del vestuario, contra el que no se conoce antídoto. O eso al menos cree Joaquín Peiró, el ideólogo del sortilegio en cuestión.

Justo antes de saltar al césped, los jugadores y el entrenador del Málaga se reúnen en corro, juntan sus manos y lanzan su grito de guerra. Hasta ahí, nada que no se reproduzca en mayor o menor medida en todos los equipos. Pero Peiró lo refuerza con un gesto tan simple como demoledor que considera un talismán: se coloca junto a Roteta y le toca la espalda.

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Roteta es pelirrojo y, en asuntos de máxima importancia, las espaldas de los pelirrojos dan suerte. Ésa es una máxima tan aplastante en el libro de supersticiones de Peiró que la ha convertido en un ritual imprescindible antes de los partidos.

Los jugadores no le guardan tanta fe al asunto, pero tampoco se oponen. Bueno, alguno que otro, el cachondo de turno, juega a meterse entre Roteta y el técnico para desesperarle. Pero, finalmente, a empujones si hace falta, el entrenador siempre alcanza su amuleto.

Da igual que hoy Roteta, el pelirrojo del Málaga, que anda renqueante, no sea finalmente de la partida. En el corro del vestuario sí estará. Eso, seguro. Al parecer, de su espalda, según reza el secreto mejor guardado de Peiró, depende el futuro de esta Liga.

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