'El Niño I' presenta a 'El Niño II'
Sergio García gana el Open de España en Las Palmas, donde se revela Rafael Cabrera, cuarto a sus 17 años
Fue algo sencillo y natural, fluido y suave. La puesta de largo de Rafael Cabrera la dirigió el golfista más apropiado, Sergio García, y llegó en su territorio natural: Canarias. Así de bien está el golf español, el de las transiciones lógicas: todo sale sin forzar.
Sólo dos españoles han ganado alguna vez el Open de España de golf. Uno es Severiano Ballesteros, que lo ha hecho tres veces: 1981, 1985 y 1995. El otro, Sergio García, conocido como El Niño por su precocidad -se hizo profesional a los 19 años-, que lo ganó ayer. Lo ganó a los 22, casi por goleada -comenzó la última ronda con cinco golpes de ventaja sobre el italiano Emanuele Canonica-, tras cuatro días de competición en el campo del Cortijo, en Las Palmas.
Cuatro días que sirvieron también para que se revelara ante el mundo la nueva, novísima, perla del golf español: un canario de Las Palmas llamado Rafael Cabrera, que sólo tiene 17 años y que acabó el cuarto.
Todo lo que ha logrado hasta ahora Cabrera en el golf suena a extraordinario. Controlado desde los 14 años por los técnicos de la federación, dirigidos por Salva Luna, que cuidan su progresión, luce mejor palmarés que García a su edad. Ha ganado los campeonatos nacionales de benjamines, a los 9 años; alevines, a los 11; infantiles, a los 13; cadetes, a los 15, y sub 18, a los 16. Además, ha sido dos veces campeón de Europa sub 16 y ha sido el segundo en los dos torneos más importantes del golf juvenil, el British boys -le derrotó El Niño III, en camino, el malagueño Pablo Martín, de 15 años, y la Orange Bowl. Y no quiere hacerse profesional hasta que gane el nacional amateur y se convierta en el primer campeón de España en todas las categorías.
Es bueno y obedece a su padre, también llamado Rafael, un ingeniero y empresario que dedica todo el tiempo que puede a la carrera golfística de su primogénito -hasta le hizo de caddie en el Open de España- y también a la de sus hermanos, pues, para añadir un punto más perfecto, Emma, su hija, de 16 años, es también una de las mejores del mundo en su edad, y el pequeño, Miguel, de 14, también está en la selección española. De vez en cuando, no mucho, porque la federación no quiere alejarlos de sus estudios, se concentran en Madrid para trabajar con los técnicos, pero el resto del año su vida va del colegio al campo de golf -el de Las Palmas o el del Cortijo, a unos 20 kilómetros de su casa, pero pegados al colegio- y de vuelta a casa, que también huele a golf, pues está a 100 metros del campo de Maspalomas.
Así que El Niño ya no es El Niño a secas, sino, en todo caso, El Niño I, como si fuera un torero, porque Cabrera, alto, muy bueno con los hierros largos, magnífico con el putter, golfista de escuela y casi universitario, es El Niño II. García, que ganó su primer torneo de la temporada del circuito europeo -ya ganó uno en el norteamericano-, volvió a hablar de su extraordinario desafío para este año: terminar el primero en la lista de ganancias en Estados Unidos, donde va el sexto -José María Olazábal es el tercero-, y en Europa -va el cuarto y Olazábal el tercero-.
Cabrera, que igualó el mejor resultado jamás conseguido por un amateur en el circuito europeo, voz suave, sin estridencias, habló de otros objetivos, de los estudios -este año tiene la selectividad y, dicen, es de los más listos de su clase-, de la universidad -quiere licenciarse en administración de empresas-, del golf amateur -no tiene prisa en hacerse profesional- y de sus sueños, como el que se hizo realidad el fin de semana: jugar en el grupo del líder, junto a García, nada menos, la última jornada de un torneo.
Todo un sueño de pureza que se verá sometido a altas presiones tras la resonancia internacional de su actuación. Y ya se adivina, cada vez más cerca, la afilada sombra de David Leadbetter, el entrenador que tiene en Florida una fábrica de campeones, o eso dice.
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