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Columna
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Tomando posiciones

Tiempo interesante el que vivimos. A falta de dos jornadas, todo el mundo anda metiendo el codo para coger la mejor posición posible con vistas a las eliminatorias por el título, último conflicto importante que queda por resolver. No sólo se lucha por la posición real y tangible que ofrece la clasificación y que otorga caminos más sencillos -en apariencia- y ventajas de campo -discutibles-, sino por otros asuntos más cercanos a la psicología de la que tanto habrán de tirar los aspirantes a la hora de la verdad.

En este terreno, alcance o no el liderato definitivo, es el Unicaja el que ha hecho mejor los deberes. En una semana ha podido espantar varios fantasmas. Uno: ganar al Barça en el Palau, una de esas victorias que no se olvidan fácilmente y hacen crecer a un equipo. Dos: repetir faena con el Madrid, multiplicando el efecto anterior. Tres: lograrlas ambas in extremis. Lo que diferencia a un buen equipo de otro ganador es su eficacia para resolver partidos igualados, habituales cuando un campeonato está en juego. Hasta ahora el Unicaja se había mostrado decepcionante en esta faceta. Pero el último mes ha dado importantes indicios de que se está quitando de encima tan pesada losa, lo que seguro le hará caminar mucho más ligero en los playoffs y le convierte en un aspirante cualificado más allá de lo que diga la clasificación.

Pero esta toma de posiciones no sólo concierne a los equipos, sino que involucra -o se involucran- a los entrenadores, actuales amos del cotarro mediático. El primero en ir preparando el terreno para lo que se avecina ha sido Aíto después del Barça-Unicaja. Se quejaba de la dureza, y no le faltaba razón. En el baloncesto de hoy en día cada vez se da más leña y se pita menos. El listón o línea diferencial entre lo que es falta personal y lo que no lo es se encuentra más cerca del arrancamiento de la cabeza que de un agarrón y el que se anda con remilgos mal lo lleva. El talento, sin unos buenos bíceps, se estrella y sale estrellado ante cualquier musculitos con piernas de acero al que se permite que se pegue como un sello de correos y si tiene que darle un beso en la boca para que no respire bien se lo da.

Ahora bien, que dicha queja venga de donde viene, cuando somos varias las generaciones que tuvimos, tienen y tendrán que soportar el abuso que desde su superioridad física intenta imponer el Barça desde tiempo inmemorial..., pues, dicho con todos los respetos, no cuela ni con calzador.

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