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Análisis:DEBATE
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

'Nos gusta estar protegidos'

Un grupo de jóvenes franceses convocado por este periódico mantuvo el lunes pasado una larga conversación en París sobre las elecciones presidenciales, que llegan hoy a la primera vuelta, y sus puntos de vista sobre una serie de problemas clave de la campaña: la inseguridad ciudadana, el empleo, el servicio público o la posición internacional de Francia. Se trata de un acercamiento periodístico a personas que por su falta de relevancia pública normalmente no salen en los diarios. En definitiva, es el retrato de un grupo de jóvenes franceses poco pasotas de la política y dubitativos sobre la amplitud que debe tener el Estado-providencia.

A la cita acudieron Marina de Russé, de 24 años, estudiante de Ciencias Políticas y de la Escuela de Comercio; Jérôme Mateos, de 27 años, funcionario de la Administración central; Himmi Rabie, de 18 años, estudiante de Ciencias Aplicadas; Amaury Chardeau, de 22 años, estudiante de Periodismo, y Florence Djibedjian, de 26 años, secretaria de dirección en una empresa privada.

Florence: 'Conozco a alguien que votará a Le Pen porque fue a la Seguridad Social y no le pagaron las gafas. Francia está llena de gente que hace esto'
Himmi: 'La abstención es peligrosa. Hay muchos candidatos con programas distintos y escoger resulta difícil, pero siempre se puede recurrir al voto en blanco'
Amaury: 'No se gana una elección por un programa racional; es más una cuestión de imagen, de pequeñas frases, de viajes electorales muy mediatizados'

Entre ellos hay un votante de Jacques Chirac en las elecciones de 1995 que ahora duda sobre su opción, un votante decidido del socialista Lionel Jospin, un votante de 'una pequeña candidatura de izquierda', un francés de ascendencia marroquí que tiene derecho de voto por primera vez y un quinto participante que no precisó su preferencia electoral.

Todos muestran su interés por Europa, pero ante todo se consideran franceses y la discusión se desarrolla a partir de este prisma. He aquí el resumen de la conversación mantenida.

Pregunta. ¿Personalmente, a vosotros cuáles son las cuestiones que más os preocupan?

Himmi. A mí lo que más me preocupa son mis estudios. Pero mi generación es la que va a sufrir las consecuencias de todas esas guerras que hay en el mundo y de las amenazas que pesan sobre Francia. Cuando vemos que el Frente Nacional (extrema derecha, cuyo candidato es Jean-Marie Le Pen) llega en tercera posición a las elecciones, hay motivos para temer a esta gente. Proponen programas e ideas que dan miedo.

Florence (26 años). La gente muy politizada, a diferencia de la mayoría de los franceses, se inclina hacia los extremos, por ejemplo. Jean-Marie Le Pen, un excelente orador que conoce su trabajo, sabe fascinar a la gente y crea efectos negativos. Tengo una amiga que fue a la Seguridad Social porque necesitaba gafas para su hija y las que deseaba resultaban demasiado caras. Su reacción fue decir que la Seguridad Social estaba llena de extranjeros, o de personas de aspecto extranjero, y que vota a Le Pen porque a su hija no le pagan las gafas. Francia está llena de gentes que no ven más allá de esto.

Marina (24 años). La paradoja es la decepción que produce la política, por los escándalos que ha habido, y al mismo tiempo yo constato que la política alimenta ahora todas las conversaciones. Vengo de una velada en la que se me ocurrió decir una pequeña frase sobre Jean-Pierre Chevènement, creí que iba a pasar inadvertida y la discusión duró tres horas. Yo soy optimista, creo que al final la gente va a reaccionar.

Florence. Los jóvenes van a votar, pero van a tener menos en cuenta los intereses personales que las personas mayores. Quiero decir que van a votar menos por las gafas de que hablábamos antes que por ideales o por el futuro de Francia.

Jérôme. Los que menos se abstienen son los que votan a los partidos extremistas. Muchos creen que no es demasiado tarde, porque en dos semanas se celebrará la segunda vuelta, no son conscientes del poder que puede haber en el voto. El poder está ahí y hay que tomarlo democráticamente. Es típicamente francés que nadie se ocupe de los partidos políticos, ni de las asociaciones. Tenemos 16 candidatos, hay dónde escoger, hay cuatro mujeres, está muy bien...

Amaury. Estoy menos convencido que tú. Las mujeres que se presentan, en fin... Arlette Laguiller (candidata de Lucha Obrera, trotskista) avanza gracias a la tendencia bobo, burguesa, bohemia, pero su discurso está completamente pasado. He preguntado a algunos por qué les gusta y dicen que les cae simpática... ¡Quieren votar por una candidata que no busca el poder!

Marina. Pero Arlette estaba siempre ahí, no ha cambiado, eso es el motivo de su credibilidad.

Pregunta. Esta candidata de extrema izquierda quiere prohibir los despidos, ¿qué os parece su propuesta?

Amaury. Es una excelente medida para que todas las empresas extranjeras salgan del país y para que ninguna otra más quiera venir a Francia.

(Es lunes 15 de abril. Leemos una crónica publicada ese día en EL PAÍS que describe un escándalo en el concierto de la Orquesta Nacional de España y detalla cuál era el insulto lanzado por el público a los músicos: ' ¡Funcionarios!'. Les pregunto si el servicio público francés les parece tan malo como el que muestra el incidente español que acabamos de comentar).

Jérôme. No tanto, pero encuentro cierto paralelismo. Muchos funcionarios están jubilándose, y la nueva generación que llega no tiene la misma mentalidad que ellos. Yo me considero un privilegiado por ser funcionario; ellos no, en absoluto. En la función pública hay que trabajar 37 años y medio para obtener la pensión de jubilación, mientras que en el sector privado son 40 años, pero a los viejos funcionarios no les extraña esa diferencia.

Florence. Yo trabajo para el sector privado, me siento bien tratada, pero no estoy en una fábrica, sino en una oficina. Mi marido es consultor, él y otros amigos trabajan más de 35 horas, pero no aplican la reducción del tiempo de trabajo porque en su caso no pueden. Creo que a los franceses les gusta el trabajo bien hecho, y esto es importante. Estaría bien una cierta movilidad, cierta flexibilidad en las carreras personales, pero la posibilidad de cambiar de trabajo varias veces en la vida provoca en Francia cierto temor; nos gusta estar protegidos.

Pregunta. Más de dos millones de funcionarios estatales, y más de cinco millones si se suman los servicios y empresas públicas y las colectividades locales, ¿no es una fuerza demasiado grande? ¿Habría que reducir el tamaño del Estado?

Jérôme. En absoluto. Reducir el servicio público sería un error fundamental. Hay demasiados funcionarios en algunos sectores y pocos en otros. Por ejemplo, la inseguridad ha sido uno de los temas de esta campana electoral: justamente he leído que Francia es uno de los países de Europa con mayor número de policías y gendarmes por habitante, y los resultados muestran que la delincuencia ha aumentado. Tampoco digo que sea necesario aumentar el número global de funcionarios.

Amaury. En tanto que francés, yo también me siento más o menos comprometido con la noción de servicio público, en la idea del Estado-providencia, de la Seguridad Social y de la cobertura sanitaria universal. Dicho esto, visto desde el exterior, la función pública aparece como un enorme mastodonte, imposible de reformar.

Jérôme. Hay que desplegarlos de otro modo, simplemente.

Amaury. ¡Bah!, ¿para hacer qué...? ¿Son verdaderamente útiles tantos funcionarios? Esas oficinas de correos llenas de funcionarios sin casi nadie a quien atender, que gestionan unas decenas de cheques a la semana, ¿es que eso justifica...?

Jérôme. ¡Ah, no! Lo siento, yo vivo en un pueblo pequeño; si la oficina de correos cierra, ¿qué harán las personas mayores, que no tienen tarjeta de crédito? (Correos efectúa muchos servicios bancarios). Yo lo siento, pero afirmo que a esas personas no se les puede dejar sin acceso a ese servicio público.

Marina. El problema es de mentalidad. Me chocan esas personas que dicen que hacen huelgas por nosotros para que recibamos un servicio mejor. Y conste que yo misma quiero ser funcionaria, porque voy a ser profesora.

Himmi. No creo que se deba reducir el número de funcionarios, sino repartirlos mejor. Hemos hablado de inseguridad pues bien, hay zonas en las que se ve muy poco a la policía.

P. ¿Es la inseguridad un verdadero problema en este país?

Himmi. Sí, hay muchas agresiones.

P. ¿Te ha ocurrido a ti alguna vez?

Himmi. No, pero conozco a otros que sí han sido agredidos. Jóvenes que tienen ganas de disponer de dinero, porque sus padres no pueden pagarles cosas que ellos quieren tener, y recurren a las agresiones. En los suburbios y en el RER (los ferrocarriles de cercanías) hay que llevar las bolsas fuertemente agarrada y permanecer alerta.

Marina. Yo no he sido agredida, pero conozco mucha gente a la que le ha sucedido. No es sólo un problema de agresiones físicas, sino de actitudes, palabras...

Jérôme. Se exagera mucho. Hay un poco más de violencia que antes, pero si se observa la campaña electoral parece que los medios de comunicación han descubierto la violencia en la primavera de 2002. Hay que saber que Francia tiene 50.000 personas en la cárcel y si se aplica la impunidad cero de que hablan algunos (Chirac principalmente) habrá que construir muchísimas prisiones. En cinco años, ese programa es prácticamente imposible, no tiene mucho sentido.

P. ¿A ti personalmente te ha ocurrido algo?

Jérôme. Yo vivo cerca de Mantes-la-Jolie (al oeste de París, una zona que tiene fama de altísima conflictividad) y es verdad que no entro nunca en esa ciudad.

Florence. Hace nueve años que vivo en París. Nada más llegar me advirtieron de que París era peligroso y la primera vez que tomé el metro sola sufrí una agresión sexual bastante banal, un tipo vino a mi lado y se masturbó. Pero no me lo esperaba, cogí verdadero miedo y siempre llevaba un spray de gas lacrimógeno en el bolso. Tenía tanto miedo que una vez lo disparé contra mí misma, así que decidí no llevarlo más. Otra vez estuvieron a punto de violarme. Pero he decidido no dejarme llevar por el pánico. De noche, en vez de ir en metro, tomo tranquilamente un taxi.

Amaury. En París han intentado quitarme el teléfono móvil cuando estaba hablando. Esto pasa, pero yo vivo en el distrito 18 (un barrio popular del norte de París), que no es precisamente una zona burguesa, y nunca me ha ocurrido nada. Los medios de comunicación hablan todo el tiempo de esto, hacen reportajes en plan de 'inmersión en el corazón de los suburbios violentos' y tal, pero un sociólogo me ha dicho que las cifras de aumento de la violencia sólo traducen un mejor trato en las comisarías de policía, que anima a poner más denuncias que antes. París es una ciudad cada vez más rica, con mucha gente mayor que tiene mucho miedo.

P. Estados Unidos se presenta como el modelo contrario al de Francia, con un servicio público reducido al mínimo y una fuerte iniciativa privada. ¿Qué os parece la cultura y el estilo de vida estadounidenses?

Marina. Estados Unidos me fascina y me inquieta al mismo tiempo. La violencia, el espíritu consumista, no me gustan. Pero hay una solidaridad increíble, por ejemplo entre las madres solteras.

Himmi. La política norteamericana consiste en que nadie se ocupa de la gente. En Francia por lo menos tenemos un poco de protección social.

Jérôme. Yo siempre he sido un tanto antinorteamericano. Estuve en las navidades en Nueva York y no se puede juzgar un país por una ciudad, pero, francamente, yo no me instalaría nunca en Estados Unidos. Me gusta el cine en general, sobre todo el español, Almodóvar por supuesto... y sí, a veces me tomo una hamburguesa, por qué no.

Amaury. Hay una arrogancia norteamericana, pero también son el chivo expiatorio. Olvidamos que Francia tuvo pena de muerte hasta hace 20 años. Se oye decir que la tasa Tobin (la reivindicación del movimiento antiglobalización de imponer un impuesto a las transacciones financieras internacionales en beneficio del desarrollo) no se puede aplicar por culpa de EE UU, pero la realidad es que el Parlamento Europeo fue incapaz de votarla.

Jérôme. ¡Y Arlette Laguiller (la candidata trotskista) votó en contra, por cierto!

Florence. A mí no me gustaría ser norteamericana. Nuestro sistema francés es bueno, estamos en un Estado-providencia, es preciso preservarlo. No debemos quedar desasistidos.

P. En esta campaña electoral se ha hablado de reducir impuestos.

Florence. Sí, el Estado-providencia cuesta caro. Lo que Jospin propone, para pagar a los jóvenes un contrato de autonomía, me parece demasiado; ya existen becas y otras muchas ayudas. Hay que reformar las jubilaciones, introducir los fondos de pensiones de capitalización privada (inexistentes en Francia) y darse cuenta de que nuestro sistema de protección cuesta muy caro y no se debe desperdiciar el dinero. Pero me parece normal pagar mis impuestos, no lo veo extraño.

P. Así, lo de rebajar un tercio el impuesto sobre la renta, como ha propuesto Chirac...

Florence. No, ésa no es una buena propuesta.

Amaury. El Estado-providencia permite mantener el sentido de democracia y justicia social. El riesgo es el de caer en un Estado asistencial. Política social no es la antítesis de un cierto liberalismo.

P. Comentando la conversación que íbamos a sostener aquí con un familiar en España que tiene 24 años y no ha terminado sus estudios universitarios para poder trabajar enseguida, me decía que él y sus amigos ven la política con mucho escepticismo y no creen que votar les ayude en sus vidas. ¿Pensáis que la política continúa teniendo sentido?

Jérôme. Sí. Contrariamente a lo que dice ese joven español, yo creo en la política y voto desde que tengo 18 años.

Marina. Yo también estoy sensibilizada con la política, pero conozco otros jóvenes a los que no les interesa, y lo lamento.

Himmi. En la adolescencia no era un tema importante, pero he cumplido 18 años y tengo derecho de voto por primera vez. Toda esa abstención (los sondeos auguran un récord) me parece peligrosa. Hay muchos candidatos, todos proponen programas distintos y escoger resulta difícil, de modo que, en el límite, siempre se puede recurrir al voto en blanco.

Amaury. Yo condeno la abstención por principio, pero lo comprendo en la práctica. Entiendo que muchos jóvenes, con menos ocasión de interesarse por el debate político que los que estudiamos, decidan abstenerse.

Florence. Yo no voy a votar en blanco, porque no me parece útil. Pero tampoco me fascinan los hombres políticos, son tan poco apasionantes...

P. ¿Por qué? ¿Porque casi todos son muy mayores, porque no proponen nada de interés? ¿O porque la globalización ha progresado tanto que la política cada vez es más transnacional?

Florence. No es por la edad. Yo pienso que las personas mayores tienen cosas que aportarnos, empezando por su experiencia. Lo que ocurre es que la mayoría de los políticos, más que muy mayores, están demasiados atados al mundo político y a la cabeza del poder.

Amaury. Tenemos en Francia políticos de 40 años que actúan de cuando en cuando como electrones libres, pienso en un Arnaud Montebourg (el diputado socialista que intentó, sin éxito, el procesamiento de Chirac por sus muchos escándalos) o Noël Mamère (candidato de Los Verdes), que intenta hacer un poco de juvenilidad, no sé si muy creíble... Mi impresión es que la política se construye demasiado a base de pequeñas frases; por ejemplo, aquel comentario de Jospin sobre la edad de Chirac que puede hacer que Jospin pierda las elecciones. También me interesa mucho la idea de la política transnacional, porque la dimensión europea de Francia esta ahí, pero es un tema ausente de la campaña, sólo François Bayrou (candidato centrista) habla de esto.

Jérôme. Dentro de cinco años no veremos a la mayor parte de los candidatos instalados hoy, Chirac, Jospin, Chevènement, Le Pen, Laguiller y otros... No conocemos a los candidatos de 2007, pero yo creo que serán más jóvenes y se llegará a una reforma de mandatos políticos para que no puedan acumularse: un hombre, un mandato. Eso liberará automáticamente un cierto número de plazas y se renovará la clase política.

Marina. A mí me parece normal que los candidatos sean siempre los mismos, porque hace mucho que se han comprometido con la política. El problema es que sólo se habla de grandes ideas, y a mí me gustaría un compromiso más fuerte y concreto sobre Europa u Oriente Próximo.

Amaury. Es que la política exterior no es muy sexy. Cuando Bayrou habla de Europa, los sondeos le dan un 5% o un 6% de votos; cuando Chirac habla de inseguridad ciudadana, o Jospin del combate contra la pobreza, están en el 20%. No se gana una elección proponiendo un programa racional; es más una cuestión de imagen, de pequeñas frases, de viajes electorales muy mediatizados. Eso es la política hoy.

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