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Columna
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He leído una frase de Frédéric Beigbeder -creo que en su libro 13'99 euros- diciendo: 'Estar delgada te hace inteligente'. Conociendo a Beigbeder y sabiendo su carrera en la publicidad, la hipótesis más probable es que se trate del anuncio de un producto adelgazante. Pero ¿por qué, a diferencia de hacer énfasis en la belleza, se centra en la inteligencia? Puede muy bien interesarle a una mujer y a un hombre estar delgados para parecer inteligentes, pero la secuencia nunca siguió esos pasos. ¿O es que parecen tontos los gordos? Frédéric Beigbeder desconcierta con este eslogan porque, además de resultar chocante, es fonéticamente convincente. Gordo se emparenta vocalmente con tonto a través de las dos 'oes'. Pero, además, inteligente se asocia con delgadez mediante las dos 'es'. Lo estrecho o lo afilado es perspicaz, mientras lo ancho o lo romo es lerdo. La poesía obtiene su facultad de seducción utilizando estos trucos implícitos de los fonemas y los grafemas, pero la publicidad no fue siempre lo bastante sensible a tales estratagemas. Tenía, sin embargo, que llegar un día en que la magia de la escritura alcanzara de pleno al discurso publicitario y en una sola frase cristalizara el universo de la atracción.

Pocas cosas son, además, tan atractivas como una mujer inteligente. Las mujeres guapas han cumplido su papel, pero ¿cómo no cotizar al alza su inteligencia, su sentido del humor, su perspicacia, su gusto estético, su lucidez donde por fin se ve como un reparto aquello que se embutía en la 'intuición', al modo de una secreción orgánica? 'Estar delgada te hace parecer inteligente' posee el enunciado inverso de 'ser inteligente te hace delgada'. Delgada contra las enfermedades cardiovasculares, contra la diabetes, contra la pérdida de gracilidad, contra las masas que afean. ¿Se adelgaza, pues, siendo inteligente? No de golpe. Pero una mujer con prestancia será inteligente o, siendo inteligente, será delgada, viene a decir el eslogan de Beigbeder. ¿Son, pues, necias las gordas? Tampoco. Porque, adelgazando, parecerían enseguida listas. No hay, pues, ni bobos ni espabilados. Sólo hay que adelgazar. Tomar ese producto dietético y demostrar nuestra elección inteligente.

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