El discurso de Putin
(...) Vladímir Putin pronunció su discurso sobre el estado de la nación en un momento lleno de noticias poco propicias. En Chechenia, dos bombas han producido un baño de sangre entre efectivos del Ministerio del Interior; llegan informaciones de numerosas partes del país sobre huelgas y descontento entre profesores, médicos o trabajadores del carbón debido al impago de los salarios.
Sin embargo, pese a estas contrariedades, las encuestas dicen que el presidente puede seguir contando con la aprobación de la población. Su autoridad en el Estado está incólume. La ira pública apunta más bien contra el aparato estatal y gubernamental que le rodea, por lo que el jefe del Kremlin trata a sus funcionarios con la consiguiente dureza. (...) Putin llamó la atención a la burocracia autocrática, que supone un obstáculo para una economía libre y un mayor crecimiento a causa de su corrupción y formalismo. El presidente anunció una reforma de la Administración.
El mensaje es inequívoco: Rusia quiere proseguir el colosal empeño de adaptar a los tiempos modernos su Ejército, su sistema judicial, fiscal y bancario y los monopolios estatales. Busca aliados en el exterior y desea ser un aliado digno de confianza; no obstante, el margen de acción es limitado, y no sólo porque el próximo año se celebren elecciones parlamentarias y en 2004 presidenciales. Como motor, Putin solo no basta. Se trata de superar mentalidades y estructuras anticuadas y de dar un nuevo impulso al país. Sin embargo, ése es el problema de Rusia desde hace años.
Múnich, 19 de abril
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