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Crítica:Salif Keita | MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'La ignorancia es enemiga del progreso'

Moffou es el nombre de un instrumento que se fabrica a partir del tallo del mijo'. Una flauta sencilla que los campesinos subsaharianos utilizan para la fiesta de la cosecha y con el fin de ahuyentar a los pájaros de sus cultivos. Salif Keita aprendió a cantar alejándolos de los campos de maíz paterno. 'Bueno, aprendí a gritar', dice riendo, 'es útil porque te abre la voz'.

Moffou se llaman también la escuela de música y la sala de conciertos que ha construido a orillas del río Níger, a unos kilómetros de Bamako, la capital de Malí, uno de los países más pobres del mundo: 'Un centro cultural que tiene como finalidad recibir a gente que quiera aprender a tocar instrumentos tradicionales, promover artistas jóvenes y fomentar actividades musicales'. Iniciativa que sigue los pasos del proyecto que Youssou N'Dour ha desarrollado en Dakar. 'Es mucho mejor que decirles a los más jóvenes que se ayuden porque el cielo les ayudará'.

El nuevo disco supone un

regreso a sus orígenes mandingas. 'Ya me aventuré por el jazz, el funk, el reggae, y era momento de echar un vistazo atrás. Una mirada nostálgica', confiesa Salif Keita. Por el camino han quedado Papa (1999) -coproducido por Vernon Reid-, Amen (1991) -dirigido por Joe Zawinul, con Santana y Wayne Shorter-, el magistral Soro (1987) -con arreglos de François Bréant y Jean-Philippe Rykiel y producción de Ibrahim Sylla-, o incluso el extraño Sosie (1997), de canciones francesas.

Moffou está más próximo al espíritu de Folon (1995). Acordeón, armónica o marimba junto a calabazas, djembés y laúdes para un sonido básicamente acústico. Canta junto a él Cesaria Evora y están presentes antiguos compañeros de Keita como el guitarrista Kanté Manfila.

El Caruso africano o Domingo de la canción maliense elige un continente de valores como la hospitalidad o la solidaridad ante otra realidad de hambrunas, guerras tribales, explotación salvaje de los recursos naturales... 'Para que cambie habría que alfabetizar, y bien, a todo el mundo. La ignorancia es enemiga de cualquier progreso', afirma. 'Es terrible que en Malí haya un 80% de analfabetos. Y falta democracia. Con libertad de expresión se puede hablar de los problemas y buscar soluciones'.

Salif Keita (Djoliba, 1949) llegó a Bamako con 19 años. 'Los primeros tiempos fueron realmente duros'. Dormía sobre un cartón en un rincón del viejo mercado. 'Durante tres años viví en lugares donde un hombre no debería estar. Tocaba en los bares y la gente metía dinero en el agujero de la guitarra', recuerda. 'Soy un negro de piel blanca y sufrí muchas exclusiones y vejaciones'. No sólo tuvo que soportar el estigma de ser albino, una maldición en regiones en las que se les consideraba portadores de mil calamidades, sino que desafió leyes ancestrales.

Los Keita son descendien

tes directos del legendario Sundiata que, en el siglo XIII, fundó un imperio que abarcaba buena parte de África occidental. Y un noble no canta. Eso es asunto de una casta más baja, la de los griots, que narran las epopeyas de reyes y cuentan historias cotidianas. 'Hay tradiciones que no merecen guardarse porque frenan la evolución social. Muchas son locales y nosotros somos universales'.

En Bamako, a finales de los sesenta, le contrata la Rail Band, que toca todas las noches en el hotel de la estación del ferrocarril. Ya nadie escupe a su paso. En 1973, en compañía de Kanté Manfila, se une en el motel de la ciudad a sus rivales, Les Ambassadeurs. En Abidjan grabarán la histórica Mandjou.

Hace ya 16 años que Salif Keita llegó a Francia. 'Envejecemos sin darnos cuenta', dice. 'No he regresado definitivamente a Bamako porque mis hijos van a la escuela en París'. Si sale en coche por Bamako decenas de personas le saludan. Como a aquel otro Salif Keita que jugó en el Saint-Étienne francés y el Valencia. 'El fútbol es mi deporte preferido'. En enero, Malí organizó la Copa de África de Naciones, y su selección, Les Aigles, cayó en semifinales ante Camerún. 'Son fuertes, pero les esperamos a la vuelta de la esquina', avisa. Al parecer, unos reptiles guardan su casa. Se oye una carcajada al otro extremo de la línea telefónica: 'Es verdad que hay dos caimanes enormes, pero no los tengo para que se coman a nadie'.

Salif Keita actúa el día 22 en Valencia (teatro Principal), el 23 en Madrid (La Riviera), el 24 en Zaragoza (Auditorio), el 25 en Barcelona (L'Auditori) y el 26 en Murcia (Auditorio).

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