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Reportaje:Masters de Augusta | GOLF

Las 'charlas' del circuito

Miguel Ángel Jiménez también recurrió a un psicólogo para superar su bache

Carlos Arribas

La escena fue hace unas semanas. Miguel Ángel Jiménez, que lleva casi tan mal como la comida norteamericana contar su vida en inglés, tenía a un lado a Stuart, el estadounidense con el que trabaja desde hace años su técnica de juego, y al otro a Paul, un psicólogo suizo. No se conocían y se trataba de presentarlos. 'Paul, te presento a Stuart, mi swing coach', dijo Jiménez, en su cerrado inglés con acento malagueño, al suizo. 'Stuart, te presento a Paul, mi head coach [primer entrenador]'. Stuart se sobresaltó y le preguntó: '¿Qué pasa? ¿Estoy despedido?'.

Jiménez no despidió al bueno de Stuart, pero sí mantuvo a Paul. Y con los dos trabaja el mejor golfista desconocido, como le bautizaron en Estados Unidos hace un par de años, un golfista más que ha recurrido a un psicólogo para salir de un bache de resultados. Y parece que le funciona. Jiménez, que ha sufrido este invierno en el circuito norteamericano brotes de melancolía, nostalgia, la autoestima por los suelos, llegó a Augusta sonriente y confiado. Comenzó muy bien el Masters y entre los primeros se mantuvo hasta el final. 'Me viene muy bien Paul', dice el malagueño.

El belga Vanstiphout ha logrado una selecta clientela en el circuito norteamericano
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Pero, si a Jiménez le ha ido bien, mucho mejor le va al belga Jos Vanstiphout, el psicólogo de todos, el hombre de moda, el hombre menudo que llegó a grabar un single en Brasil al frente de la banda Mayfair Set y que administra, a cambio de un salario base y un pellizco del 7% de sus premios, la salud mental de los jugadores más calientes del tour. Quien se sienta deprimido y en baja forma ya sabe lo que tiene que hacer: llamar a Vanstiphout y ponerse a la cola. Su trabajo, que incluye sesiones de diván y medicación ad hoc -en los grandes circuitos de golf no hay control antidopaje-, pasaba más o menos inadvertido hasta que se produjo la explosión Goosen en el pasado Open de Estados Unidos.

Fue el día en que más notorio se hizo el sarpullido de waggles (meneos de palo) de Sergio García. El surafricano llegó al último hoyo con ventaja. Dejó la bola en el green a tres metros del agujero. Le bastaban dos putts para ganar. Le temblaron las manos. Hizo tres. Tendría que jugar el desempate, a 18, el día siguiente. Su fama de acomplejado a la sombra de su compatriota Ernie Els se acrecentó. Por la noche habló casi una hora con el psicólogo belga. Dice Vanstiphout que todo se resumió a una pregunta y una respuesta. '¿Qué conclusión has sacado de lo de hoy?', le preguntó. 'Que puedo ganarlos a todos', respondió, con la lección bien aprendida, Goosen. 'Perfecto', le dijo Vanstiphout; 'mañana ganarás'.

A Goosen no le temblaron las manos. Ganó. Y Vanstiphout, más. La cola de clientes se le hizo enorme. El mismísimo Els le llamó. Llevaba un bache apreciable y desde que el psicólogo le da charlas ha ganado ya tres torneos. Darren Clarke también está en su lista de clientes. Y Thomas Bjorn, Michael Campbell, Adam Scott... Y esto, dicen, no ha hecho más que empezar.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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