Con casco y no a lo loco
Jóvenes malagueños participan en un circuito que inculca el respeto a las normas de tráfico
La barriada malagueña de El Palo se llenó ayer de adolescentes en sus ciclomotores, vigilados de cerca por policías locales. No pasaba nada. Simplemente se trataba del I Circuito Urbano por la Seguridad Vial, una iniciativa que pretende concienciar a los jóvenes en el respeto a las normas de tráfico.
La respuesta no pudo ser mejor. Se apuntaron cien alumnos de los institutos de la zona. Aunque muchos reconocían haber conducido sin casco y unos pocos que hasta se habían ganado alguna multa, ayer todos iban debidamente pertrechados. Los policías apostados a lo largo del circuito, trazado por las calles de la barriada, estaban ojo avizor a cualquier error. No se puntuaba llegar primero, sino cumplir escrupulosamente las normas de tráfico.
Los participantes fueron saliendo de cuatro en cuatro. A uno se le ocurrió hacer el caballito y fue descalificado. Molesto, abandonó el circuito sin casco y le cayó la preceptiva multa. Fue el único que se saltó las normas. Los demás se tomaron en serio la iniciativa, nacida de la Mesa Intersectorial de Tráfico y coordinada por el instituto de El Palo.
Mientras controlaba si ponían el intermitente, un policía comentaba que 'la educación no es sólo saber las capitales, sino aprender a comportarnos cuando conducimos'. Si se tiene en cuenta que los accidentes de tráfico son la primera causa de muerte entre los jóvenes, se deduce que respetar las normas es mucho más que una cuestión de urbanidad.
Un joven no se andaba con rodeos a la hora de valorar la iniciativa: 'De cojones'. Otros amigos preferían ser más formales aunque no menos críticos: 'No hay suficientes sitios para aparcar, los seguros se desentienden y los policías nos persiguen, aunque pese a tanta vigilancia con frecuencia nos roban cosas de la moto'.
Las chicas llegaban más rezagadas. 'Largo, largo' le gritaban los chavales a una participante que puso el pie en la prueba de habilidad. Por el contrario, a otra que dominaba el vehículo le suplicaban: 'Cásate conmigo'. A Esther Rodríguez le traían sin cuidado las bromas: 'Si llegamos más tarde es porque respetamos las normas, ahí hay una señal de peligro/escuela, y un disco de máxima 30'. No debía ir muy descaminada, cuando quedó segunda. Además, la campeona también fue una chica. Los 25 primeros se llevaron 'un casco de los buenos'. Los que acabaron en la cola fue por no abrocharse ese elemento de seguridad, no poner intermitentes o no respetar la señalización horizontal.
Ramón Nogués, médico de urgencia que colaboraba con la iniciativa, apuntó que los accidentes entre jóvenes se producen sobre todo los fines de semana y en ciclomotores: 'No creen que les puede pasar a ellos hasta que no tienen un accidente. Muchos no son conscientes de lo que se juegan en lo alto de una moto'. Ayer, al menos, había un puñado de jóvenes en Málaga que sí lo tenía claro. Iban con casco y no a lo loco.
Educar para la vida cotidiana
El director del instituto de El Palo, Salvador Macías, sintetizaba los objetivos de la iniciativa: concienciar a los jóvenes en el respeto a las normas de tráfico, potenciar la enseñanza pública, demostrarles que los centros se preocupan por sus problemas y que la educación no es una entelequia teórica, sino que está relacionada con la vida cotidiana. 'Y que vean a los policías locales, que colaboran con esta idea, no como sus enemigos, sino como personas que velan por su seguridad', acotaba. Luis Lorenzo, el jefe provincial de Tráfico, aportaba datos. Los jóvenes de 15 a 25 años suponen el 6% de la población; sin embargo, se ven involucrados en el 18% de los accidentes. 'Una cifra tres veces superior a su participación en la pirámide de población', recalcaba. Y añadía que las estadísticas recogen una disminución de la siniestralidad entre los jóvenes en carretera, pero no en los cascos urbanos. De ahí que la idea impulsada por la Mesa Intersectorial -formada por Salud, Educación, Tráfico, Ayuntamiento y autoes-cuelas- viniera como anillo al dedo. Juan Borrajo, técnico de la Delegación de Salud, recordó que la mesa promueve dos actuaciones complementarias. El aumento de la vigilancia policial para garantizar que los jóvenes acatan las normas a fin de reducir los accidentes y medidas educativas para concienciar a largo plazo en la importancia de ese cumplimiento. Las características del certamen no fueron decididas al azar. Según Borrajo, el perfil del joven accidentado es el de un 'varón de entre 14 y 18 años, que colisiona en zona urbana, en un vehículo de dos ruedas por incumplir las normas'. A instancias de la mesa, además, una treintena de centros malagueños llevan a cabo un programa de educación vial de 30 horas de duración que se imparte fuera del horario escolar y que permite la obtención de la licencia de ciclomotores para mayores de 14 años. 'El circuito de hoy es la culminación de esa experiencia', explicó Macías. Las actuaciones parecen dar sus frutos. Las estadísticas recogen un leve descenso de la siniestralidad y la coordinadora recibe invitaciones de Valencia y Barcelona para hablar de su experiencia, pionera en Andalucía.
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