'Siempre he dado la cara'
Ganar al norteamericano Pete Sampras es algo que han conseguido ya algunos tenistas españoles. Sin embargo, superarle sobre hierba, tras haber perdido las dos primeras mangas, jugando en Estados Unidos y en una eliminatoria de la Copa Davis sólo lo ha logrado Àlex Corretja. Desgraciadamente, el catalán se lesionó, no jugó ningún partido más y España acabó perdiendo por 3-1 -el quinto punto se suspendió por la lluvia cuando Tommy Robredo se estaba imponiendo a James Blake por 6-1 y 5-4- su pase a las semifinales.
Hasta que cayó frente al barcelonés, Sampras nunca había cedido un encuentro en hierba en el que se hubiese anotado los dos primeros sets. El que le enfrentó a Corretja en el Westside Tennis de Houston, el pasado viernes, no sólo era el primero que jugaba en esa superficie en su propio país, sino que podía proporcionarle su 100ª victoria en ella.
'A veces me sabe mal que la gente no vea o no quiera ver el sacrificio que hago por el equipo'
'La eliminatoria con Estados Unidos debe abrirnos los ojos. Podemos ganar a cualquiera y donde sea'
A sus 30 años, Sampras, ex número uno mundial, es considerado uno de los mejores jugadores de la historia y ha ganado siete veces el torneo de Wimbledon. Pero, a su costa, Corretja sumó su cuarto triunfo en los diez partidos que ha disputado sobre hierba a lo largo de su carrera.
Pregunta. ¿Se le pasó por la cabeza la derrota que sufrió ante Sampras en los cuartos de final del Open de Estados Unidos de 1996, cuando él salvó a duras penas un match-ball y acabó vomitando en la pista?
Respuesta. Sí. En el quinto set. Me dio la sensación de que Pete tenía problemas físicos. Pensé que debía ser aún más fuerte. Me ayudó mucho tener a [Jordi] Arrese [el capitán del equipo] en la silla porque me conoce muy bien. La victoria me permitió recuperar la fuerza y el instinto asesino que a veces pierdo por mis sentimientos personales. Creo que me ayudará a exprimir a fondo todas mis posibilidades en la temporada de tierra batida que ahora empieza.
P. Tras una victoria tan importante como la obtenida sobre Sampras, caer lesionado debió de resultarle frustrante.
R. Es una pena que un triunfo histórico tanto para mí como para el equipo español, en una pista atípica, ante un jugador enorme y en unas condiciones totalmente adversas no pueda quedar reflejado en algo más que una eliminación por 3-1. Pero creo que se ha dado un gran paso hacia delante. Esta victoria, independientemente de que la consiguiera yo, ayuda a superar el síndrome que pesa sobre el tenis español de que no podemos ganar fuera. Debe abrirnos los ojos: podemos ganar a cualquiera y donde sea. Tenemos equipo de sobra para hacerlo. Mi mayor frustración es no haber podido repetir el gran nivel de juego que desarrollé el viernes tanto el sábado, en el doble, como el domingo. Y eso no significa que quienes jugaron no lo hicieran bien.
P. ¿Cree que con usted la eliminatoria se habría ganado?
R. Esto no puedo decirlo. Nunca se sabrá. Pero mi sensación es que un jugador capaz de remontar un partido como el que yo remonté el viernes y que aporta un punto tan importante al equipo debe seguir participando en el resto de la eliminatoria. Y en mi caso era especialmente importante porque salí muy fortalecido y, además, soy el compañero habitual de Joan Balcells en el doble. Psicológicamente, mi presencia era importante para no romper las rutinas y mantener la euforia. Pero una hora y media antes del doble los planes debieron cambiarse, tuvimos que experimentar con un jugador [Alberto Beto Martín] que debutaba y con un doble nuevo. Eso trajo dudas al equipo. No porque yo no estuviera, sino porque quien ganó el viernes tuvo que quedarse fuera.
P. Por decisiones de los capitanes o por lesiones como ahora, lo cierto es que usted ha jugado poco en las últimas eliminatorias de la Copa Davis. En Houston debía defender tres puntos y sólo pudo defender uno.
R. Hace tiempo que lo digo. A veces me sabe mal que la gente no vea o no quiera ver el sacrificio que hago siempre para el equipo de la Copa Davis. He aceptado sin protestar una de las decisiones más controvertidas de la historia del tenis español. Me refiero a cuando no fui elegido para los primeros partidos individuales, a pesar de ser el número uno español, en la final de Barcelona [la de 2000, cuando se ganó la ensaladera a Australia] siendo el sueño de mi vida. Por suerte ese sacrificio también se reflejó y eso me tranquiliza. Pero creo que más de lo que yo doy no puede darse. Este año sabía que ante Marruecos no estaba en mis mejores condiciones, pero sacrifiqué mi luna de miel para prepararme. Me alinearon los tres días y no renuncié. Sólo no juego cuando no estoy en condiciones. Si no, siempre he dado la cara.
P. Uno de los aspectos más valorados por el G-3 es que, con un equipo de circunstancias, se ha hecho temblar a los estadounidenses en una situación muy difícil.
R. Sí. Cuando llegamos a Houston, teníamos la sensación de que intentábamos una utopía. Y ahora no podemos marcharnos de aquí pensando que no ha ocurrido nada, que simplemente hemos perdido por 3-1. No es cierto. Nuestra sensación es que hemos estado a punto de dar un gran susto al equipo norteamericano. Se encontraron el viernes con un 1-1 que no se esperaban. Y creo que el doble, con Balcells y yo, podríamos haberlo ganado porque somos una pareja más compacta que la suya, nos conocemos mejor y nos transmitimos cosas muy positivas. No se perdió por que yo no jugara, pero las cosas se complicaron, eso está claro.
P. ¿Piensa que todos los jugadores españoles están dispuestos a sacrificarse por la Copa Davis?
R. Lo que sé es que quien no crea que el equipo está por encima de su interés personal no sirve. Si tú valoras más tu temporada y prefieres prepararte para otra superficie y evitar salir trasquilado, como podía ocurrir esta vez en Houston, es mejor que no vayas. Pero, entonces, que se diga con claridad: 'No quiero ir a la Copa Davis porque eso perjudicaría mi temporada'. Hay que asumir las responsabilidades.
P. ¿El ambiente del equipo ha sido más positivo que el se encontró en Holanda en 2001?
R. El equipo ha estado espléndido. Había la combinación de la fuerza de [Tommy] Robredo, la inspiración y la energía de debutante de Martín y la experiencia que aportábamos Balcells y yo. Personalmente, me di cuenta de que debía transmitir optimismo y ansias de victoria. Todos me pidieron que tirara todo lo que pudiera del carro. Y, en broma, me dijeron: 'Nos gusta lo que haces. Sólo falta que ganes mañana'. Hay una unión brutal y eso nos llevó a rozar la victoria. Lo que más rabia me da es que nos vamos con la cabeza alta, con tranquilidad, pero pensando que haber perdido por 3-1 ha sido injusto.
P. ¿Sigue pensando que España puede ganar otra vez la ensaladera?
R. Con la mentalidad, la unión y la fuerza que hemos tenido en Houston, tenemos posibilidades de repetir el éxito de 2000. El paso entre el éxito y el fracaso es muy pequeño. Y yo lo he vivido en muchas cosas. A veces veo el vídeo de mi final de Roland Garros del año pasado y pienso que es increíble que perdiera ante el brasileño Gustavo Kuerten. En cambio, cedí por 6-0 el último set y cualquiera habría dicho que no podía ganar. Aquí ha pasado igual: hicimos todo lo que debíamos para imponernos a Estados Unidos, pero todo se nos ha ido torciendo. Sin embargo, si las cosas se siguen haciendo bien, la suerte también nos favorecerá.
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